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Disciplina: una meta a conseguir

 

Nuestra querida Luz Amparo solía decir que un cristiano que no es disciplinado no es un buen cristiano; lo decía en cuanto que hay que guardar un orden, cumplir con unas obligaciones, ser constantes en el trabajo, en la oración, en los propósitos… Y es que la disciplina es necesaria, aunque deba ser entendida rectamente. La misma palabra de Dios dice en el libro del Eclesiástico: «El que busca al Señor acepta la disciplina, y el que a Él acude es escuchado» (Si 32, 18). Y san Pablo: «Y vosotros, padres, no exasperéis a vuestros hijos, sino criadlos en la disciplina y en la enseñanza del Señor» (Ef 6, 4). Por su parte, san Gregorio Magno en su famosa Regla Pastoral advierte: «…el alma, cuando no aspira con ardor a lo más alto, se derrama perezosa por los bajos deseos; y por lo mismo que se dispensa de someterse a disciplina, se derrama en deseos de placeres». La disciplina consiste en guardar un orden, en la fidelidad a unas normas, en el cumplimiento del deber, etc., pero no por el mero hecho de cumplir, sino porque hacerlo va en beneficio de la misma persona y de los que le rodean. Traemos aquí un interesante artículo sobre el tema, que es ilustrado con el testimonio de una persona muy conocida, sobre todo en Estados Unidos.

 

La palabra disciplina hoy suena mal. Nuestra cultura, de algún modo, ha estigmatizado este vocablo. Mucha gente considera este término como negativo. La cultura autoritaria ha estropeado esta palabra. Pero, si no hay disciplina, pronto verás las consecuencias negativas. Te lo recuerda el juez Calatayud en su decálogo para formar a un hijo delincuente.

Sin embargo, la «disciplina» es fundamental para crecer como persona. Este término viene del latín discípulus. Deriva del verbo discere, que significa aprender. El discípulo era la persona que seguía al maestro. Éste le enseñaba los principios fundamentales para llegar a ser persona autónoma. El maestro proponía unas pautas racionales de conducta que llevaba al discípulo a la madurez. Esta palabra no es ni mucho menos algo negativo. Para algunos, disciplina es una pesada carga que se nos impone y nos impide ser felices porque supone esfuerzo y exigencia. Nos olvidamos de que la persona humana solo crece en la medida en que tiene disciplina, es decir, cuando se guía por unos valores que orientan su vida y le hacen persona.

Warren Buffett es un ejemplo de persona disciplinada [1]. Warren es la tercera persona más rica del mundo. Es conocido por su adhesión a la inversión en valor y por su austeridad personal, a pesar de su inmensa riqueza. Ha donado 31.000 millones de dólares para caridad. Algunas curiosidades sorprendentes de su propia vida disciplinada son:

– Sigue viviendo en la misma pequeña casa de 3 cuartos en Omaha, que compró, al poco de casarse, hace más de 50 años (1958) por $ 31.500. Él dice que tiene todo lo que necesita en esa vivienda. Su casa no tiene ningún muro ni reja.

– Conduce su propio coche a todas partes y no va con chofer o guardaespaldas. Nunca viaja en jet privado, a pesar de ser el dueño de la compañía de jets privados más grande del mundo.

– No anda con teléfono móvil ni tiene un ordenador en su escritorio.

– Su consejo para la gente joven: aléjese de las tarjetas de crédito e invierta en usted mismo.

Su vida disciplinada se guía por estos criterios:

  • El dinero no crea al hombre, sino que fue el hombre el que creó el dinero.
  • La vida es tan simple como usted la haga.
  • No haga lo que los otros digan. Escúchelos, pero haga lo que le hace sentirse mejor.
  • No se preocupe de las marcas. Póngase aquello en lo que se sienta más cómodo.
  • No gaste su dinero en cosas innecesarias. Gástelo en las personas que de verdad lo necesitan.
  • Después de todo, es su vida. ¿Para qué darle a otros la oportunidad de gobernársela?
  • Si el dinero no sirve para compartirlo con los demás, entonces ¿para qué sirve?
  • Ayuda en lo mucho o poco que puedas hacerlo; siempre habrá bendición para aquellos que saben compartir.
  • No gastes el dinero que no tienes. El crédito, los préstame etc., fueron inventados por la sociedad de consumo.
  • Antes de comprar algo, piensa: «¿Qué me pasará si no lo compro?». Si la respuesta es «nada», no lo compres; porque no lo necesitas. «Nada hemos traído al mundo, ni nada nos vamos a llevar…».

 

Terry Brazelton, tal vez el pediatra más prestigioso en Estados Unidos, insiste en que después de la ternura, la disciplina es la cosa más necesaria. Disciplina significa enseñanza, no castigo. El objetivo para el niño es conocer sus límites. Cada ocasión de disciplina es una ocasión de aprender. Por esto, después de que hayáis dado prueba de vuestra autoridad, sentaos con vuestro hijo para reconfortarle, diciéndole: «No debes hacer eso. Yo debo impedírtelo hasta que tú seas capaz de detenerte a ti mismo». Como dice Selma Freiberg, «un niño interpreta la ausencia de disciplina como una demostración de falta de interés y afecto por parte de sus padres».

 

Pintado por Greg Olsen

El niño pequeño que no tiene disciplina, que no obedece a sus padres ni a los «maestros», no logrará ser libre. El niño aprende a controlarse obedeciendo a sus padres, que le ofrecen pautas de conducta para ser libres y autónomos. Solo obedeciendo, el niño madura como persona. Hay que autorregularse y, como en los primeros años, el niño no es capaz, porque está dominado por los impulsos, solo obedeciendo las orientaciones de los maestros y de los padres y teniendo disciplina, alcanzará gradualmente la libertad. El camino para lograrlo: la obediencia y la disciplina (…).

Vuestros hijos necesitan disciplina, sí, pero disciplina positiva. Educarles desde esta clave es ayudarles a tener un futuro feliz. No tengáis miedo a inculcar en su educación unas pautas que les disciplinen, es decir, que les orienten adecuadamente. Disciplina equivale a aprender del maestro, en vuestro caso de los padres, sus derechos y deberes. Equivale a orientarles desde nuestra sabiduría de padres. Acompañarles en el proceso educativo personal. Quererles mucho. Proponerles valores y metas. Es decir, forjar a hombres y mujeres con personalidad humana y cristiana.

(J. A. San Martín, Boletín Salesiano, sept.-2014)

[1] No proponemos al Sr. Buffett como modelo cristiano, sino como ejemplo de persona disciplinada y austera.

 

(Revista Prado Nuevo nº 16 y 17. Anécdotas para el alma)

 

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