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Un viaje de apostolado

 

2015

En la isla de Madeira, desde la Península

La isla de Madeira acogió a un equipo que se desplazó allí para hablar del mensaje de Prado Nuevo, de acuerdo con lo pedido por la Virgen: «Os pido que vayáis, de pueblo en pueblo, publicando la palabra de Dios y extendiendo los mensajes de vuestra pura e inmaculada Madre» (6-07-1985). «Os prometo que mi Corazón Inmaculado no os abandonará, hijos míos, porque él será el que reine sobre toda la Humanidad» (2-05-1987). «…y en aquellos lugares donde os cierran la puerta, marchaos e id a otros donde os las abran» (5-12-1987). Por eso llevamos allí este mensaje, a un público que en su mayoría nunca oyó hablar de estas apariciones de El Escorial.

 Por Manuel Nogueira

 

Un poco de historia y algunas «coincidencias»

Los navegadores portugueses llegaron a esta isla en 1419; seis años más tarde fue habitada por primera vez, en 1425. La caracterizan sus paisajes deslumbrantes y sus gentes acogedoras y amables. Esta belleza natural y su calor humano, hicieron que le dieran el nombre de «Perla del Atlántico»; y por la gran devoción de sus habitantes hacia la Santísima Virgen, se formó una perla mucho más preciosa en la corona de la Reina del Cielo y de la Tierra. Nuestra intención, en este breve viaje, era contribuir a que esta perla brillara aún más, por el aumento del amor de sus hijos, mediante la atención de sus suplicas —siempre las mismas—, pero que nosotros, tan atraídos y distraídos por lo efímero y pasajero, ignoramos u olvidamos fácilmente.

 

En los días que estuvimos allí, sucedieron algunas «coincidencias» que nos hicieron reflexionar. El punto central del mensaje de Prado Nuevo es la Pasión de Cristo. Podemos resumirla en las Cinco Llagas. El equipo formado aleatoriamente contaba con cinco miembros, y se visitaron cinco parroquias. El primer encuentro tuvo lugar el 13 de Noviembre de 2015, al final del día: exactamente 35 años después (según la cronología más habitual) que Luz Amparo, al abrir la puerta de un armario donde iba a colocar ropa, percibió un resplandor y a la vez, asustada, oyó una voz que en tono grave le decía: «Hija, reza por la paz del mundo y por la conversión de los pecadores; que el mundo está en un gran peligro». A la misma hora en que hablábamos por primera vez en esta isla de estas apariciones, se dieron los atentados en París; fijémonos en las palabras dichas por el Señor a Luz Amparo: «El mundo está en un gran peligro».

El tercer y último día en Madeira, el 15 de noviembre, «coincidió» con la fecha de 1980 (según la misma cronología) en la que Luz Amparo tuvo su primera estigmatización en casa de la familia para la cual trabajaba, comenzando así la gran etapa de su existencia, vivida en íntima comunión con el Crucificado, para reparar los pecados de la Humanidad, mediante su «sí» al reto lanzado por Cristo mismo desde la Cruz: «Señor, con tu ayuda, lo soportaré…» (el sufrimiento que me quieras dar). Y se mantuvo fiel hasta el último aliento.

 

Otra «coincidencia» entre las llagas de Cristo y las parroquias: ¿a qué parroquia correspondería la Llaga del Costado? Supuestamente a la última; en efecto, el último encuentro tuvo lugar en la Parroquia de Ntra. Sra. Del Monte; es decir, en el Santuario de la Madre de los madeirenses: en el corazón mismo de la devoción mariana de este pueblo.

 

Escribe el párroco, P. Giselo Andrade, en un díptico informativo del Santuario: «La devoción a la Señora del Monte nació de una piadosa tradición que recuerda la aparición de Ntra. Sra. (siglos XV-XVI) a una humilde pastorcita que decía que una Niña le daba la merienda en un sitio aislado de Fonte da Telha-Terreiro da Luta. En todas sus necesidades y aflicciones, el pueblo de Madeira siempre recurrió a la Sra. Del Monte, consiguiendo así del Cielo grandes bendiciones y  gracias.

 

El Santuario de Ntra. Sra. del Monte tiene tres señas de identidad referidas cronológicamente en esta reseña:

Primero: el altar de Veracruz, porque esta iglesia guarda una reliquia de la verdadera Cruz de Jesucristo.

Segundo: La Capilla que alberga la tumba del beato Carlos José (1887-1922), emperador de Austria y Rey de Hungría, que exiliado de su patria falleció de neumonía, poco después de haber llegado a Madeira. Al residir cerca del Santuario, iba allí muchas veces a rezar, ya que era gran devoto de la Eucaristía. Le beatificó San Juan Pablo II, a la vez que a la beata Ana Catarina Emerich, el día 3 de octubre de 2004. Su lema de vida era: «Todo mi empeño  es siempre y en todas las cosas  conocer y seguir la voluntad de Dios con perfección».

Tercero: el 20 de febrero de 2010, una terrible catástrofe acaeció en Madeira; una destructora tromba de agua arrastró personas y casas con una fuerza tremenda, causando cerca de cinco decenas de muertos. Entre los edificios desaparecidos, está la Capilla de Ntra. Sra. de la Concepción de las Babosas: no quedó nada del templo, ni tan siquiera los cimientos… Para ser exactos, se salvaron milagrosamente dos piezas significativas: la imagen de Ntra. Sra. de la Concepción y una Cruz de metal. El P. Giselo nos contó en primera persona cómo descubrieron estas dos reliquias, incapaz de ocultar la alegría y sorpresa por el hallazgo: ¿cómo es posible que aquella frágil imagen de madera se haya mantenido de una pieza en medio de semejante ola de destrucción? Sirva el testimonio para la reflexión. A este lugar de gracia, fue donde la Virgen María nos llamó a dar testimonio de los prodigios que ella realizó también en Prado Nuevo de El Escorial.

No puedo terminar sin unas palabras de gratitud a los sacerdotes que tan amablemente nos acogieron, abriéndonos las puertas de sus iglesias y el corazón de sus comunidades parroquiales al mensaje de la Madre de Dios. De igual modo, estamos muy agradecidos a la familia que nos acogió en su hogar y nos abrió el camino: una familia probada por el dolor, pero firme en el camino de la fe.

 

Si tuviéramos que resumir en una sola palabra lo que se transmitió en Madeira sobre el mensaje de Prado Nuevo de El Escorial, sería «esperanza», una virtud teologal que unida a la fe y a la caridad constituyen la llave para nuestros tiempos, de los que Benedicto XVI dijo que eran de purificación. La Santísima Virgen nos dijo en Prado Nuevo: «No despreciéis a Dios vuestro Creador, porque os prueba con la purificación, con el dolor. Dios os ama y por eso os corrige (…). Pensad que estáis en el último tiempo de purificación» (6-10-1990). «La situación del mundo es grave, hijos míos, y Dios va a mandar una purificación en la Tierra (…). Estad todos unidos para cuando llegue el día de la purificación estéis con Dios, hijos míos; y no afectará ni vuestro cuerpo ni vuestra alma» (3-11-1990). «Aquéllos que aman a Dios y rezan con lo más profundo de su corazón, gustosos participarán de esa purificación» (5-02-1994). Cada uno debe elegir seriamente entre el Amor y la Vida con Dios o el odio y la muerte con Satanás. Dice Jesús: «Todo el que es de la verdad escucha mi voz» (Jn 18, 37). El mensaje de Prado Nuevo es una voz que invita al camino de Dios por medio de una conversión constante, amando la cruz, que es la llave del Cielo.

 

(Revista Prado Nuevo nº 21. Actividades de la Asociación)

 

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