Señora: Ahí está la flor de este día: es un clavel en ramillete. Os lo presento como símbolo de un propósito que he concebido, y es el de poner orden a mi vida, un orden a mis acciones, aquel orden que me dicta la conciencia, y el de mantenerle en medio de las vicisitudes y contratiempos de este mundo, y perseverar en él hasta la muerte. Seré fuerte con la fuerza que espero recibir de Dio por vuestra mediación. Aceptad esta flor.