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Capilla de Nuestra Señora de los Dolores

 

“Soy la Virgen Dolorosa. Quiero que se construya en este lugar una capilla en honor a mi nombre. Que se venga a meditar de cualquier parte del mundo la Pasión de mi Hijo, que está completamente olvidada. Si hacen lo que yo digo, habrá curaciones. Esta agua curará…”.

 

Con estas palabras, el 14 de junio de 1981, la Virgen María nos expresaba a todos los peregrinos de Prado Nuevo, por medio de Luz Amparo, su deseo de que se construyera una capilla en honor a su nombre. Está claro que los tiempos de Dios no son los nuestros, pues hemos necesitado más de treinta años para hacer realidad este deseo de la Virgen, que algún día podremos culminar construyendo la Capilla definitiva deseada por nuestra Madre, la Virgen Dolorosa.

 

Permiso para la construcción de la Capilla

Dentro del año en que celebrábamos el 30º aniversario de la primera aparición de la Virgen a Luz Amparo en Prado Nuevo (1981), el Sr. Cardenal de Madrid concedía el permiso para la construcción de la Capilla en Prado Nuevo. Con la autorización eclesiástica concedida, se dieron los pasos oportunos para obtener la autorización municipal, siendo ésta finalmente concedida el 19 de junio de 2012, para construir una capilla provisional en la finca de Prado Nuevo, que pronto —esperemos— pueda ser para la definitiva.

 

Acción de gracias y proyecto arquitectónico

Hecha esta breve cronología, me gustaría empezar haciendo público mi agradecimiento a Dios y a la Santísima Virgen por haber salido al encuentro de mi familia en las personas de Luz Amparo y Miguel, y —cómo no— por concederme la oportunidad de colaborar en ésta su Obra, confiando siempre en ser mero instrumento suyo.

¡Cuántas y cuántas horas compartidas con ambos!, y cuántos interrogantes: ¿cómo debe ser la Capilla?… ¿En qué lugar?… ¿Cómo debe estar orientada?… ¿Y el Sagrario, el altar, el ambón?… Poco a poco, Luz Amparo, teniendo presente el diseño de cada una de las capillas de las residencias ya construidas, nos fue ofreciendo las respuestas, todas ellas basadas en el amor a Jesucristo, cuyo sacrificio renovamos en cada Eucaristía.

Ahora, era el tiempo de concretar todas estas premisas en un proyecto arquitectónico. Procuramos que los espacios celebrativos recogieran fielmente el simbolismo propio, como veremos a continuación en unas breves pinceladas.

 

Descripción de la Capilla

La Capilla pretende quedar integrada en el paisaje, no suponiendo ruptura con el entorno y cumpliendo con las limitaciones urbanísticas actuales, para lo que utilizamos la combinación del cristal y la madera. La planta es rectangular (7 x 14 metros), que son las mismas proporciones de la definitiva, aunque ésta será —D. m.— cuatro veces mayor (14 x 28 metros).

Está orientada sobre un eje longitudinal en dirección Este-Oeste (Templo de Salomón). En el Este, el presbiterio, y en su centro, el altar, recuperando así la orientación hacia el Este que se ha tenido presente, para rezar a Dios, a través de la Historia de la Iglesia; siendo además el Oriente símbolo del Sol naciente (Jesucristo es el “Sol que nace de lo alto”[1]), de la Resurrección, así como una representación de la esperanza en la Parusía. Es por esto que, cerrando el citado eje, dispusimos el Sagrario, y en la parte frontal superior, la cruz.

capilla-dentroEl presbiterio queda bien diferenciado respecto de la nave de la Capilla, tanto por su elevación y estructura como por su ornato particular (OGMR[2] 295), encontrando los siguientes elementos celebrativos: a la izquierda, el ambón; en el centro, el altar; y a la derecha, la sede del celebrante principal.

A la izquierda y derecha del presbiterio, se colocaron sendos cuadros originales de la Virgen de los Dolores y Virgen Gloriosa respectivamente, que fueron pintados siguiendo la descripción realizada por Luz Amparo a Doña Elvira Soriano, autora de los mismos y ya fallecida († 7-11-2011).

capilla-dentro2Recogiendo una de las tres propuestas que el entonces Cardenal Ratzinger exponía en su libro La fiesta de la fe. Ensayo de Teología Litúrgica, donde sugiere que “hay que volver a despertar la idea de que la Liturgia incluye el cosmos, de que la liturgia cristiana es liturgia cósmica, debe dejar de entrar al Sol, para que sea señal de la alabanza de Dios y del misterio de Cristo”, la cubierta de la Capilla está horadada mediante dos huecos de luz cenital, sobre el altar, que le dan un significado simbólico a la luz, pues Cristo se identifica con la luz y los cristianos estamos llamados a ser luz.

El altar ocupa el lugar central, al que converge la atención de toda la asamblea de los fieles (OGMR 299). En la construcción de este altar se tienen en cuenta dos aspectos que nos indica la Iglesia: “El altar, en torno al cual la Iglesia se reúne en la celebración de la Eucaristía, representa los dos aspectos de un mismo misterio: el altar del sacrificio y la mesa del Señor” (CEC 3 1383). Es la mesa del banquete gozoso y es el altar del sacrificio, en cuanto que se hace presente el sacrificio de la Cruz. El altar nos evoca el Gólgota.

Para lograr este equilibrio, el altar tiene forma de mesa rectangular, y para subrayar el aspecto del altar evocador del Calvario, en la parte inferior hay un “montículo” que lo representa; desde él hasta la mesa del altar, se sitúa una especie de cruz de madera en forma de “Y” griega. De esta manera, se refuerza la idea de que el Sacrificio de la Misa es el Sacrificio de Cristo en la Cruz.

 

“Es el Sagrario de la sierra madrileña…”

Realizado este breve recorrido, no querría terminar sin compartir con vosotros lo que, para mí, es la mejor síntesis y definición hecha de la Capilla de Nuestra Señora de los Dolores, y que oí un primer sábado a una peregrina, que decía a sus amigas: “Es el Sagrario de la Sierra madrileña, que cada primer sábado de mes es abierto para que se derrame la Gracia sobre nosotros…”. He de reconocer que me encantó dicha definición, y desde entonces la hago mía, pues le da pleno significado a lo pretendido: capilla-iglesia-casa de Dios, como lo es el sagrario, y capilla-iglesia-Madre, que abre sus brazos para acogernos a nosotros, sus hijos, y capilla-iglesia-Cuerpo de Cristo, que abre su costado los primeros sábados de mes para derramar la Gracia.

[1] Lc 1, 78

[2] Ordenación General del Misal Romano.
 

Por Juan Alberto Naranjo

(Revista Prado Nuevo nº 9)

 

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