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El 13 de mayo y las grandes Obras de la Virgen

Nada es casual. Un 13 de mayo, pero de 1988, Luz Amparo Cuevas fundaba la semilla de un gran servicio a la Iglesia y a la sociedad junto a un grupo de hermanos en la fe. Ante notario, constituían la Fundación Benéfica Virgen de los Dolores. Era la respuesta primera a la petición de la Virgen a Luz Amparo en distintos mensajes: “… Tienes que fundar obras de misericordia y amor para los pobres, hija mía, para que se salven muchas almas”, le transmitió, en concreto, en su mensaje del 25 de junio de 1983.

El 13 de mayo se reafirmaba así como el día de las grandes Obras de la Virgen. La Obra de Prado Nuevo era la respuesta clara al deseo de María de acoger a los más necesitados de la sociedad: ancianos dependientes sin apoyo familiar o sin recursos. Y cuidar y acompañar sus últimos años de vida haciendo vida el Evangelio. El propio Señor lo reveló así en su mensaje del 5 de diciembre de 1992: “Vivid según el Evangelio, hijos míos. Fijaos en Cristo, que se despojó de su rango y se hizo pobre para ayudar al pobre. Amad a los necesitados y favorecedlos, hijos míos, y que se extienda por todas las partes del mundo vuestra mano para ayudar a todo aquel que os necesite. Ese es el amor, ese es el fruto que sale del costado de Cristo: la caridad”.

La misión de la fundación no solo contempla desde sus orígenes las necesidades puramente físicas y sociosanitarias, sino también las espirituales. Porque la caridad es mucho más que la atención humana. Y así lo indicó la Virgen en su mensaje del 24 de junio de 1983: “Fundad casas de amor y misericordia para los pobres; hay muchos que necesitan que se les hable la Palabra de Dios”.

Por ello, al frente de esta atención integral, Luz Amparo Cuevas fundó la rama religiosa de las Hermanas Reparadoras “Amor, Unión y Paz”. Ellas son las que acogen y sirven a ancianos en las residencias de la fundación y es mañana cuando celebran su aniversario fundacional.

32 años después, la Fundación Benéfica Virgen de los Dolores ha atendido a personas que cuenta por centenares. Actualmente, las Casas de Amor y Misericordia se encuentran en El Escorial, Torralba del Moral (Soria) y Peñaranda de Duero (Burgos), con más de 120 ancianos en total. Existe un proyecto de nueva Casa en Pesebre (Albacete), la pequeña aldea en la que nació Luz Amparo.

Como institución de inspiración católica, ha recibido y recibe la acogida por parte de los obispos de las distintas diócesis en las que se ubican las Casas. El propio Cardenal Suquía, titular de la Archidiócesis de Madrid en los primeros años de las apariciones de la Virgen en Prado Nuevo, celebró la Eucaristía en la capilla de la fundación el 27 de diciembre de 1993, coincidiendo con su visita a las instalaciones de la Obra. Y como institución reconocida civilmente, ha recibido y recibe el reconocimiento social a una labor que difícilmente podrían asumir las instituciones públicas u otras instituciones privadas.

 

Una llamada a la generosidad que se ha multiplicado

Junto a Luz Amparo, en aquel pequeño grupo inicial se encontraba, entre otros, Miguel Martínez Pascual, hoy presidente de la fundación. Todos dieron un pequeño gran paso respondiendo también a una llamada a la generosidad, al estilo de las primeras comunidades cristianas: pusieron sus bienes en común para comenzar a atender a muchos.

La Virgen prometió a Luz Amparo que, al igual que aquellas primeras, aparecerían en el camino nuevas personas que seguirían haciendo posible que su Obra, la Obra de la Virgen, continuase: “…Bienaventurado todo aquel que ha sido premiado con riquezas y las ha sabido distribuir sobre los pobres” (La Virgen, 30 de abril de 1983).

Así lo transmitió también el Señor, en su mensaje del 4 de julio de 1992: “Que nada ni nadie te angustie, pues yo pondré ángeles en la Tierra, hija mía, para que traigan alimento a tus necesitados. Yo iré tocando los corazones, uno por uno, hija mía, pero que nada ni nadie te angustie. Sé fiel instrumento a mi Obra, hija mía. Quiero que se multiplique como las estrellas que hay en el cielo…”.