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La existencia de los ángeles, verdad de fe… también en nuestro mundo

En el capítulo 328 del catecismo de la Iglesia Católica leemos: “La existencia de seres espirituales, no corporales, que la sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe. El testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la Tradición”, y en los siguientes capítulos de nuestro Catecismo se detallan diferentes enseñanzas con relación a estas santas criaturas.

En el capítulo 332 del mismo Catecismo, la Iglesia nos dice que “…a lo largo de toda la historia de la salvación, los encontramos, anunciando de lejos o de cerca, esa salvación y sirviendo al designio divino de su realización: cierran el paraíso terrenal (cf Gn 3, 24), protegen a Lot (cf Gn 19), salvan a Agar y a su hijo (cf Gn 21, 17), detienen la mano de Abraham (cf Gn 22, 11), la ley es comunicada por su ministerio... el ángel Gabriel anuncia el nacimiento del Precursor y el del mismo Jesús (cf Lc 1, 11.26).”

Se tiende a pensar que los ángeles son seres lejanos, de escayola o impresos en estampa, capaces de realizar milagros con la eficacia de un “superhéroe”, sin embargo, ellos están muy cerca de nosotros, como multitud de santos proclaman…

Era una fría mañana del mes de febrero en San Lorenzo de El Escorial (Madrid) en los años 80. Tras finalizar la misa en el Monasterio, Luz Amparo salió con la intención de visitar una de las residencias de ancianos que había abierto. Como tenía coche y yo también iba a la residencia, me preste a llevarla, cosa que hizo muy gustosa. Varias personas nos siguieron al darse cuenta que les iba a “privar” de su presencia, pero Luz Amparo me dijo: “anda, vamos, que no tengo mucho tiempo y quiero ir a ver a los “abuelos” un momento”.

Mi coche era bastante viejo pero ¡funcionaba!... ¡a ratos!... Ese día “recé” para que no fallase: era un privilegio para mí poder llevarla. Pero... efectivamente, el coche no estaba en su mejor momento, y ¡fue imposible arrancarlo!.. aprovechando esa avería, y con Luz Amparo montada en el coche, las personas que estaban deseando estar con ella, nos rodearon y no paraban de hacerle preguntas y comentarios. “Pero, ¡hija!, ¿qué le pasa al coche?”, me decía... “¿No arranca?”… “¡Que va!  Falla el contacto, esta helado y encima “ahogado””… Así estuvimos varios minutos; en esto que Luz Amparo miro hacia “arriba” y me dijo: “anda, arranca, que ya nos vamos”…Efectivamente, di al contacto, y el coche arrancó perfectamente, ¡de maravilla!

Según íbamos de camino, me dijo: “es que hay veces que hay que pedir ayuda a los ángeles… si no arreglan el coche ¡todavía seguimos allí!”

Pasados unos años, mientras Luz Amparo decoraba una de las residencias que abrió para los más necesitados, los cuadros de una pared no había manera de dejarlos “centrados”: las distancias entre el espejo central y los cuatro cuadros de los laterales no eran las mismas por mucho que corriésemos los soportes: “12 – 15, nada… corre a ver un poco… 17… 16…no, no... un poco menos… si, ese vale, ¿a ver el otro?... 16... 14… ¡madre mía!.. ¡No hay manera!”  “Oye Amparo, y… ¿si nos ayudan un poco los ángeles?”… “¡Si hombre!, ¡ahora voy a pedirles ayuda!”… “Mira es que llevamos dos horas para cuatro cuadros, y no terminamos “en la vida”…”,… “Pero si es que… ¡no voy a estar molestando a los ángeles para…!”… “¡anda”, por favor…”… “A ver, mide otra vez…”, nos dijo con “aire de enfadada”… “¡¡¡14 / 14!!!... ¡Todos perfectos!, y sin mover un solo clavo!... ¿ves?.. Así colaborando todos ¡está mucho mejor!”, y estallamos en risas, mientras ella nos decía: “si, muy bien, pero hay que intentar hacerlo nosotros solos, que tienen mucho trabajo también ellos. Ya tienen bastante con “vigilarnos”… ¡no hay que abusar!”, simulando voz de enfadada. Pasados unos días, y enseñando la residencia a una visita conocida, Luz Amparo les decía: “Pues lo que nos dio “dolor de cabeza”, fueron los cuadros, bueno, estos de este salón sobre todo… fijaos que ¡los tuvieron que colocar los ángeles!”

Multitud de detalles similares rodearon a Luz Amparo y a las personas que estaban más cerca de ella a lo largo de su vida, detalles que día a día hacían vivir la vida del cielo con los pies en la tierra, detalles que nos acercaban a Dios, y a las verdades de la fe. Entre nosotros ¡nadie duda que los ángeles EXISTEN!