El Escorial, 17 de agosto de 2022. – Hace diez años y tras una vida de entrega a Dios, también en la enfermedad, Luz Amparo Cuevas partía a la Casa del Padre. El 17 de agosto de 2012, sus ojos se cerraban definitivamente para este mundo y se abrían para una eternidad que la Virgen y el Señor ya le habían mostrado a través de visiones. Elegida para recibir mensajes sobrenaturales entre 1981 y 2002, acogió esa predilección para fundar la Obra de Prado Nuevo y para sumar a muchos a la misma llamada; a la misma Obra. Una Obra que aún no se ha hecho realidad en su totalidad.
Luz Amparo Cuevas nació en Pesebre (Albacete) el 1 de abril de 1931. Fue la segunda hija de un matrimonio humilde y, desde pequeña, sufrió la adversidad. Su madre murió cuando ella sólo contaba con 16 meses de vida y su padre entregó a sus dos hijas en la casa cuna provincial. Vivió dos etapas de adopción intercaladas con un tiempo en un hogar en el que su padre había contraído segundas y terceras nupcias. Fueron años muy difíciles. Luz Amparo se sentía sola y pedía incluso a la Virgen reunirse con su madre en el cielo. Era una niña analfabeta, pero experimentaba una fe que la sostenía.
Su infancia y adolescencia, llenas de adversidades, finalizaron en Madrid. Una tía la acogió en su casa y años más tarde, cuando aún era menor de edad, comenzó a trabajar como empleada doméstica. En 1957, a los 25 años, se casó con Nicasio Barderas (†) en la Parroquia de El Escorial. Allí inician una vida matrimonial, fruto de la cual fue madre de siete hijos.
Cuando nació Gabriel Ángel, su primogénito, comenzaron sus problemas de salud, a los que se sumaron los de su marido. Hasta el punto de que fue ella quien debió afrontar la carga familiar y el trabajo fuera de casa, como empleada del hogar. Pero su trabajo no era suficiente para la manutención de la familia. Sus vecinas le ayudaban y D. Antonio, párroco de El Escorial en la década de los 60, les costeaba leche y pan.
En la década de los 70 se agravaron sus problemas de salud y en junio de 1973 acudió a Lourdes con el ‘tren de la esperanza’, una peregrinación que encabezaba Mons. Vicente Enrique y Tarancón, entonces cardenal-arzobispo de Madrid. Allí empeoró y no llegó a ir a la Gruta. No vio a la Virgen, pero experimentó su presencia en medio de una enfermedad que remitió.
Su familia en la fe
En abril de 1980, Luz Amparo Cuevas comenzó a trabajar en casa de la familia Martínez Sotillo, donde meses más tarde, en noviembre del mismo año, comenzaron los hechos sobrenaturales de Prado Nuevo. Sus primeros éxtasis y sus primeras visiones de la Virgen y el Señor tuvieron lugar en el domicilio en que vivían Miguel Martínez y Julia Sotillo (†), entonces padres de dos hijos, Jesús Miguel y Beatriz. Ellos se convirtieron en su familia en la fe y ellos le asistieron en sus experiencias sobrenaturales, que continuaron en Prado Nuevo. Allí recibió hasta mayo de 2002 un total de 376 mensajes.
Junto al matrimonio Martínez Sotillo, se unieron otras personas que acudían a Prado Nuevo con motivo de los primeros mensajes. Aquel primer grupo respondía a una llamada que Luz Amparo Cuevas compartió para hacer realidad las peticiones de la Virgen y el Señor en los propios mensajes.
Unas peticiones que respondían a la esencia de las primeras comunidades cristianas. En este caso, fue el Señor quien pidió a Luz Amparo invitar a aquel pequeño grupo inicial -con el que compartía su vivencia sobrenatural y el contenido de los mensajes- a vivir en comunidad, al estilo de los primeros discípulos de Jesús, y a constituir un grupo humano con vocación de entrega total a quienes más lo necesitaban. “Poniendo todos nuestros bienes en común, hemos podido ayudar a muchas personas y a muchas familias vulnerables; ésta fue la apasionante llamada que cada miembro ha recibido en un momento concreto de su vida”, apunta Pedro Besari, portavoz de la Obra de la Virgen.
La Comunidad Familiar, creada el 20 de enero de 1990, se ha multiplicado y acoge ya a la tercera generación de aquellos primeros. Hoy, como ayer, renueva su vocación para llevar a cabo el mensaje de la Virgen tanto en el ámbito cristiano como en el evangélico.
Una llamada a las obras de misericordia
Este carácter evangélico se tradujo en una llamada a una labor social de misericordia -las Obras de Amor y Misericordia-, vinculada a los ancianos de la sociedad, sin familia y sin recursos, a través de la Fundación Benéfica Virgen de los Dolores, fundada por Luz Amparo Cuevas en 1988. Y, junto a ésta, una llamada al apostolado y a la acogida de peregrinos, buscadores de experiencias de Dios, en Prado Nuevo.
Esta labor social y evangélica se encarna de manera particular en las Seglares Reparadoras, mujeres consagradas al servicio de los mayores, que constituyen una Asociación Privada de la Iglesia, fundada, de igual modo, por Luz Amparo Cuevas y aprobada el 14 de mayo de 1993. Lo hacen en las Casas de Amor y Misericordia, centros residenciales en los que la prioridad son ellos. Y la atención, humana y espiritual, “es el resultado de lo que Luz Amparo nos enseñó: ver a Cristo en cada uno de ellos, sus ‘niños mayores’”, explica Hna. Pilar, Hermana Reparadora.
La Fundación Benéfica Virgen de los Dolores gestiona tres centros asistenciales, ubicados en El Escorial (Residencia ‘Virgen de los Dolores’, fundada en 1988); en Torralba del Moral, Soria (Residencia ‘Nuestra Señora de la Luz’, fundada en 2004), y en Peñaranda de Duero, Burgos (Residencia ‘Nuestra Señora del Carmen’, fundada en 2013). Por su parte, la Fundación Pía Virgen de los Dolores, aprobada canónicamente por la Iglesia en 1994, gestiona la Residencia ‘Jesús del Buen Amor’, ubicada en Griñón, Madrid, y fundada en 1996.
Prado Nuevo acogió, de igual modo, un carisma sacerdotal propio, de la mano de la Virgen, para responder a la llamada evangélica al servicio de la Iglesia de Madrid. Hoy, la Comunidad Vocacional está formada por 10 sacerdotes diocesanos que han encontrado su vocación ante el fresno de las apariciones.
En definitiva, una vocación, un estilo de vida comunitario y una triple llamada, que acogió en 1994 la aprobación, por parte de la Archidiócesis de Madrid, de la Asociación Pública de Fieles ‘Reparadores de Nuestra Señora la Virgen de los Dolores’; fundada por Luz Amparo Cuevas, la asociación acoge las tres secciones de la Obra de la Virgen: Comunidad Familiar, Comunidad Vocacional y Seglares Reparadoras.
Su despedida, en la capilla provisional, antesala de la pedida por la Virgen
El 19 de agosto de 2012, la capilla provisional de Prado Nuevo acogió el funeral de Luz Amparo. Tal y como hizo público el pasado año, con motivo de la conmemoración del primer mensaje de la Virgen en Prado Nuevo, la Fundación Benéfica Virgen de los Dolores cuenta con el proyecto definitivo que completará la última petición de la Virgen en aquel primer mensaje: la capilla definitiva.
Los miembros de la Obra de la Virgen en Prado Nuevo dan gracias a Dios por el regalo de una llamada de la que su fundadora les hizo partícipes. Besari recuerda que, a pesar de tantos obstáculos como ha vivido la Obra, “tantos sufridos en primera persona por nuestra querida Luz Amparo, nunca hemos estado solos. La Virgen sigue presente”.