En el mes de julio, resalta la fiesta de la Virgen del Carmen (día 16), tan extendida por toda España y otras naciones. Muy unida a esta popular advocación se encuentra el escapulario, que ha proporcionado innumerables gracias a sus devotos.
El escapulario aparece dos veces citado en los mensajes de Prado Nuevo:
«Os voy a pedir, hijos míos: quiero que todos llevéis mi escapulario sobre vuestro cuello. El verdadero escapulario será hecho de la misma tela. Que esta tela sea de lana» (La Virgen, 1-3-1986).
«Llevad mi escapulario, hijos míos, pues el escapulario es una protección para vuestra alma» (La Virgen, 1-1-1994).
Hay varios tipos de escapularios, aunque el escapulario por excelencia, el más popular, es el de la Virgen del Carmen y, como objeto de devoción, está formado por dos pedazos pequeños de tela unidos con dos cintas o cordoncitos largos para echarlo al cuello, que nos recuerda el de mayor tamaño usado por los religiosos(as) carmelitas como parte de su hábito. Actúa a modo de sacramental y le acompañan las promesas que hiciera la bienaventurada Virgen María a san Simón Stock (1165-1265), cuando se le apareció en 1251, rodeada de una multitud de ángeles, portando en sus benditas manos el escapulario de la Orden del Carmen, y le dijo: «Aquéllos que mueran revestidos de este escapulario no padecerán el fuego del Infierno. Es una señal de salvación, amparo y protección en los peligros y alianza de paz para siempre». San Juan Pablo II era un gran devoto del escapulario; decía: «También yo llevo sobre mi corazón, desde hace mucho tiempo, el escapulario del Carmen. Por el amor que siento a nuestra Madre celestial, cuya protección experimento continuamente» (Mensaje a la Orden del Carmen, 25-3-2001). Aunque la medalla-escapulario (con la imagen del Corazón de Jesús en una cara y la de la Virgen en la otra), por especial concesión del papa san Pío X, puede sustituir al escapulario de tela, la Virgen señala este último en el primer mensaje citado más arriba.
Incluimos dos bendiciones distintas que pueden utilizar los sacerdotes para bendecir e imponer escapularios.
Bendición del escapulario[1]
Oh Dios, inicio y complemento de nuestra santidad, que llamas a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad a los que han renacido del agua y del Espíritu Santo, mira con bondad a estos servidores Tuyos, que reciben con devoción este escapulario en honor de la Virgen del Carmen, y haz que sean imagen de Cristo, tu Hijo, y así terminado felizmente su paso por esta vida, con la ayuda de la Virgen Madre de Dios, sean admitidos al gozo de tu mansión. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
Imposición del escapulario
Recibe este hábito, por el cual quedas admitido(a) en la cofradía de la familia religiosa del Carmelo, dedicada a santa María Virgen, y compórtate de tal manera que, con la ayuda de la santísima Virgen, para gloria de la santísima Trinidad y para el bien de la Iglesia y de los hombres, te esfuerces cada día más en vestirte de Cristo y hacer que su vida se manifieste en la tuya. R/. Amén.
Bendición e imposición del escapulario del Carmen (clásica)
V/. Nuestro auxilio es el Nombre del Señor.
R/. Que hizo el Cielo y la Tierra.
V/. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R/. Y danos tu salvación.
V/. Escucha, Señor, nuestra oración.
R/. Y llegue a Ti nuestro clamor.
Oremos: Señor nuestro Jesucristo, Salvador del género humano, ben † dice con tu diestra este hábito que, por tu amor y el de tu Madre, la Virgen María del Monte Carmelo, va a llevar con devoción tu siervo(a) N, a fin de que por la intercesión de tu misma Madre, y defendido(a) del maligno espíritu, persevere en tu gracia hasta la muerte. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. R/. Amén.
(A continuación, se rocía con agua bendita el escapulario y después se impone a cada uno, diciendo:)
Recibe este hábito bendito, suplicando a la Santísima Virgen que, por sus méritos, lo lleves sin mancha, te defienda contra todas las adversidades y te conduzca a la vida eterna. R/. Amén.
Yo, usando de la potestad que se me ha concedido, te recibo a la participación de todos los bienes espirituales que, por la misericordia de Jesucristo, practican los religiosos carmelitas. En el Nombre del Padre y del Hijo † y del Espíritu Santo. R/. Amén.
Que te bendiga † el Creador del Cielo y de la Tierra, el Dios Todopoderoso, que se ha dignado incorporarte a la Cofradía de la Santísima Virgen María del Monte Carmelo, a quien imploramos que en la hora de tu muerte abata la cabeza de la serpiente infernal y, finalmente, consigas la palma y la corona de la herencia sempiterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.
(Y rocía al nuevo cofrade con agua bendita)
[1] Bendicional, nn. 1404-1405.