Parece que en Mayo todas las flores se vuelven mas bellas para que, entre otras cosas, los hombres podamos comparar a la Madre de Dios con esa explosión de belleza que tanto nos llama la atención.
No menos sentía Luz Amparo cuando veía a la Santísima Virgen, pues al describirla le faltaban palabras para definir su inigualable belleza, reflejo indudable de su plenitud de gracia, de su profunda intimidad con Dios.
En el año 1998, en Pau (Francia), en el curso de un apostolado, y a preguntas de los que acudieron al mismo, Luz Amparo decía:
“Bueno, la veo una mujer muy bella, con una tez morena, unos ojos verdes, el pelo muy largo, es como pelirroja; de alta es como 1,70 o por ahí. Es una cara tan guapa, tan guapa, que yo sólo puedo decir que es muy bella, muy bella, y hasta llorando tiene una dulzura que te llena todo el corazón y todo el ser de esa dulzura, de esa belleza que tiene. Es que no puedo decir cómo es la Santísima Virgen porque no hay nada que pueda igualarla, sólo puedo decir estas palabras: es bellísima, es dulcísima, y es todos los conjuntos de lo bueno y lo bello que tiene la Virgen, pero no puedo decir más porque no hay nada para compararla”.
Más adelante y contestando a otra pregunta de los asistentes, dijo Luz Amparo: “La Santísima Virgen dijo que habría tres días de tinieblas, y dijo que cuando esto sucediese que ninguno saliese de su casa y que no abriese la puerta a nadie, ni aún las madres que escuchasen la voz de sus propios hijos, abriese la puerta. Yo digo que más es una prueba de obediencia que de otra cosa. La Santísima Virgen ha bendecido objetos para los tres días de tinieblas, un solo objeto durará 3 días con 3 noches, dará luz por todo el hogar, como si tuviese luz en casa, a los que estén en gracia; también a los que estén en la calle la Santísima Virgen los protegerá y los dejará como en un éxtasis y ella los protegerá de cualquier mal”.