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Los otros testigos de la Navidad

A nadie le puede a caber la duda que si en la noche de Navidad alguien tuvo un excepcional  privilegio, esos fueron los pastores, testigos únicos del maravilloso acontecimiento.

Dice el Evangelio de San Lucas que… “Había en la región unos pastores que moraban en el campo y estaban velando las vigilias de la noche sobre sus rebaños. Se les presentó un Ángel del Señor y la Gloria del Señor los envolvió con su luz y quedaron sobrecogidos de temor. El Ángel les dijo: Os ha nacido hoy un Salvador, que es el Cristo, Señor, en la ciudad de David. Esto tendréis por señal: Encontraréis al Niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre…”

Al anuncio del Ángel los pastores dijeron: “Vamos a Belén a ver esto que el Señor nos ha anunciado”. Fueron con presteza y encontraron a María, a José y al Niño acostado en un pesebre…

Los sencillos pastores, que como tales, pertenecían a una clase de gentes menos preciadas, fueron según San Lucas los primeros destinatarios de la Evangelización. Se les asemejaba a ladrones y a matones, gente sin cultura y sin letras, de escasos conocimientos religiosos y por lo tanto eran considerados como gente impura y no grata a los escribas, fariseos o gente religiosa y mucho menos para los más ricos de la sociedad, y sin embargo, nada de todo esto fue considerado por el “cielo”, sino más bien fue el motivo de su elección, pues el Señor suele elegir manifestarse a los pobres y a los humildes para confundir a los sabios y poderosos según nos ha llegado a nuestros días.

Por otro lado la vida de los pastores es considerada por la misma Escritura como la más pura e inocente. Lejos de los ruidos del mundo, en un contacto directo con la naturaleza salida de las manos de Dios, viviendo en perpetua soledad y teniendo por techo el cielo coronado de estrellas. Por su estilo de vida puede asegurarse que eran gente sencilla y humilde, por eso pudieron recibir con alegría el Anuncio del Ángel e ir de inmediato a buscar al Recién Nacido. El encuentro con el Niño y sus padres produjo en ellos entusiasmo y alabanza, según las palabras de San Lucas: “Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían visto y oído”. Desde ese momento se convirtieron en testigos y seguidores de Jesús.

Y lo más importante de todo es que ellos fueron los primeros en recibir la alegre noticia del Nacimiento del Salvador del mundo. Jesús sitúa a los pastores entre los pequeños que, como los publicanos y prostitutas reciben la Buena Nueva.

Los pastores regresaron a sus rebaños cantando con alegría alabanzas al Señor. Regresar a sus rebaños significa a las ocupaciones de todos los días. El encuentro con el Niño dejó huella en sus vidas, dejó la alegría que debe caracterizar a los hijos de Dios.

En el año 1612 Lope de Vega publicó su libro “Los Pastores de Belén”, una Arcadia a lo divino, donde los pastores van y vienen, traspasados de tierno y real sentido religioso, en torno al nacimiento del Salvador. Se ha comparado Los pastores con un Nacimiento, con el familiar Belén tradicional en las casas españolas, de figurillas de barro, movidas cada Navidad por manos infantiles, puras, temblorosas de emoción y milagro.

Quien iba a decir que aquellos pastores de hace más de dos mil años iban a ser el motivo de uno de los más bellos libros de la literatura española.

Y es que ser testigo de aquella primera Navidad, tiene sin duda, su lugar y su importancia.