A continuación se muestran todos los mensajes del año seleccionado:

Mensaje del día 26 de diciembre de 1982, domingo

Festividad: La Sagrada Familia

Prado Nuevo (El Escorial)

La Virgen:
Hija mía,... (Durante unos segundos habla en idioma desconocido). Sí, hija mía, todo esto sucederá si los humanos no cambian, hija mía. Que todos los padres eduquen a sus hijos en el santo temor de Dios, hija mía. Pobres hijos, hija mía, cuántos se están metiendo en el camino de la perdición, hija mía; cuántos pecados de impureza están cometiendo diariamente, qué ofensas están cometiendo al Padre Eterno, hija mía. Todo el que está ofendiendo al Espíritu Santo, hija mía, no tendrá perdón de ninguna manera, hija mía. Te sigo repitiendo, hija mía: que confiesen sus pecados; que estén preparados, que la ira del Padre está próxima, hija mía. ¡Cómo pesa el brazo de mi Hijo! Ya no lo puedo sujetar por más tiempo, hija mía. Haced visitas al Santísimo, que mi Hijo os espera, hijos míos. Haced penitencia, que no hacéis penitencia por los pobres pecadores; ayudad a salvar esas pobres almas con vuestro sacrificio, hijos míos.
Mira, hija mía, mira mi Corazón: por medio de vuestras oraciones se ha purificado otra pobre alma; quita una espina... No toques más, hija mía, no toques más; las demás no están purificadas. Rezad mucho y haced mucho sacrificio, para que se purifiquen, hija mía. Mira, ya no caben más espinas en mi Corazón. Todos estos días se están cometiendo muchos pecados de impureza, hija mía; ¡pobres almas!
Puedes escribir otro nombre, hija mía... Besa el Libro, hija mía... Coge el cáliz, hija mía. Bebe otras gotas de él... ¡Qué amargo, hija mía! ¡Qué amargura siente mi Corazón por todos mis pobres hijos!; diariamente, hija mía, se están condenando muchas almas, ¡qué pena tiene mi Corazón!
Hija mía, rezad con una meditación: «Santa María, Madre de Dios ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor está contigo; bendita eres entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús». Hacedlo, hijos míos, pensando en cada palabra el significado que tiene.
Mira, hija mía, lo que estás viendo... (Luz Amparo ve una morada que irradia mucha luz; en ésta se halla san José vestido con túnica blanca. Hay también muchos niños con idéntico vestido; entre ellos encuentra a Jesús Niño, de cuyo cuerpo dimana un resplandor azul. Los ve desplazarse hacia delante y hacia atrás, pero sin mover los pies, como si estuvieran flotando. El suelo de esta morada lo cubría una especie de césped blanco).
¡Qué felicidad sientes, hija mía! Éste es el premio que está preparado para todo aquél que cumpla con los mandamientos de la Ley de Dios, hija mía.
También repito otra vez, hija mía, que me gustaría tanto que levantasen una capilla en honor a mi nombre para meditar la Pasión de mi Hijo, que está muy olvidada, hija mía; y que todo aquél que haya recibido alguna gracia especial, lo comunique, porque, hija mía, son cirios encendidos para dar testimonio para la salvación de muchas almas. Pedid, hijos míos, para que todas las familias vivan en el santo temor de Dios.
También os bendigo, hijos míos, en el nombre de mi Hijo y del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Haced un acto de humildad, hijos míos, besad el suelo... Este acto de humildad en reparación de tantos pecados como se cometen todos estos días; en reparación por todos los pecadores, hijos míos, pedid por todos ellos. Penitencia y oración y sacrificio, hijos míos. Si queréis una recompensa, tenéis que ir por el camino del dolor y del sufrimiento, hijos míos. Sed imitadores de Cristo en la Tierra; todo aquél que sea imitador de Jesús recibirá su recompensa en el Cielo.
Os sigo repitiendo: rezad por el santo Vicario, sigue estando en un gran peligro. Penitencia y oración; rezad el santo Rosario, me agrada tanto, hijos míos. Y tú, hija mía, sé humilde, sé humilde.
Adiós, hija mía, adiós.