A continuación se muestran todos los mensajes del año seleccionado:

Mensaje del día 4 de mayo de 2002, primer sábado de mes

Prado Nuevo (El Escorial)

La Virgen:
Hija mía, aquí estoy como Madre de amor y Madre de misericordia; hoy vengo con el manto de oro, hija mía, este manto no tiene fin; en él está grabado el amor de los hombres. Cada rosa, hija mía, es una oración que ha salido de boca de los hombres con amor. Quiero que los hombres me den muestras de amor; con amor todo es fácil, hija mía, porque el amor todo lo puede: con amor fue redimido el mundo, y con amor las almas recibirán la Gloria; por eso el mundo está en esta situación, hija mía; porque el hombre no ama, el hombre es egoísta, el hombre no demuestra a Dios que la mayor prueba de amor son las obras.
Pero hoy el hombre confunde el amor con la pasión, con el halago. Yo quiero almas que me demuestren su amor con obras; los halagos, hijos míos, no os benefician, y cuántas almas les gustan los halagos, y cuántas almas les gusta ser señores, no servidores. Sólo hay un Señor de señores; no os guste recrear los oídos con halagos vanos.
El Señor:
Hija mía, yo quiero que me demuestres el amor como me lo estás demostrando: con dolor, con sacrificio, con entrega. No te dejes halagar por nadie, huye de los que te halaguen, y demuéstramelo con hechos, hija mía; tú deja todas tus miserias, que yo haré desaparecer todas tus miserias y las consumiré en mi amor, pero ¡ay de aquéllos que os gustan las alabanzas en la Tierra..., ya recibís aquí el premio, hijos míos, y os perdéis la eternidad! ¡Ay de aquéllos que les gusta poner a son de trompeta las cosas que hacen!, cuando yo os digo: «Lo que haga tu mano izquierda, que no lo sepa tu derecha», y cuántos dais, hijos míos, bombo a lo que hacéis.
Sólo quiero avisar a los hombres que el amor es el mandamiento más importante para la salvación de las almas. Todas estas almas, hija mía, han llegado por amor (El Señor muestra a Luz Amparo una morada con muchas almas). Donde no hay amor, es destrucción, envidias, rencores…
No seáis almas que os comportéis como Caín, que decía amar a su hermano y lo mató por envidia. Su ira le convirtió en un malhechor, por envidias.
Sólo pido, hijos míos, que meditéis todos los mensajes, que todo se va cumpliendo; meditad desde el primero hasta el último, veréis cómo todo lo que se ha dicho, se cumple.
Amad a la Iglesia, no la critiquéis porque los hombres fallen; la Iglesia prevalecerá en pie. Por eso pido que los sacerdotes se dediquen al ministerio y recojan a las ovejas perdidas y dejen de ser funcionarios, que con amor y con ternura conquisten a las almas para el rebaño de Cristo, que todo se ha convertido en pasiones y placeres, ¡y todavía dicen que tanto mensaje! Pero, hijos míos, ¿estáis ciegos?; os repito una y otra vez: ciegos, sordos...; y pido a aquellas almas consagradas que oren mucho por la Iglesia, por el Santo Padre, y por las ovejas descarriadas.
Amad, hijos míos, pero con un amor puro y santo, venido del Corazón de Cristo. Convertíos y arrepentíos, hijos míos.
Meditad los mensajes. No habrá más mensajes, pero habrá bendiciones muy especiales y marcas que quedarán selladas en las frentes.
Acudid a este lugar, hijos míos, que todos seréis marcados y bendecidos con bendiciones muy especiales; y meditad todos los mensajes. Hijos míos, ¡qué duro está vuestro corazón! ¿No os enternecen estas palabras tan tiernas de vuestra Madre del Cielo, hijos míos? Arrepentíos, hijos míos, y convertíos, no ofendáis más al Señor —¡está tan ofendido!—, que sólo pido oración, sacrificio y penitencia para poder reparar tantos pecados como se cometen en el mundo. Os dije que los siete pecados capitales el demonio los lleva en triunfo; hace falta que los hombres vuelvan la mirada a Dios y se arrepientan, y vivan una vida santa de amor y de entrega a Dios. Muchos fariseos viven no según el espíritu, sino según la carne y los vicios.
La Virgen:
Orad, orad, hijos míos, y acercaos al sacramento de la Eucaristía, pero en gracia, hijos míos, que cometéis muchos sacrilegios.
Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos con bendiciones especiales para los pobres pecadores…
Yo os bendigo como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.