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Fundad casas de amor y misericordia

 

HISTORIA DE LAS APARICIONES (27)

 

Obras de misericordia

Continuando en este número con los frutos espirituales de Prado Nuevo, hay que decir que este movimiento de conversión, suscitado por mediación de la Virgen de los Dolores, ha conducido a las obras de amor y misericordia, como no podía ser de otra manera. Ya lo dice el apóstol Santiago en su carta: «¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Podrá acaso salvarlo esa fe? Si un hermano o una hermana andan desnudos y faltos del alimento diario y uno de vosotros les dice: “Id en paz, abrigaos y saciaos”, pero no les da lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? (…). Pues lo mismo que el cuerpo sin aliento está muerto, así también la fe sin obras está muerta» (Sant 2, 14-17. 26).

«Fundad casas de amor y misericordia»

Una vez transcurridos los primeros años de los fenómenos religiosos de El Escorial, Luz Amparo inició, con el grupo de personas más próximas a estos hechos, las obras de amor y misericordia que la Virgen le pedía en los mensajes de Prado Nuevo: «Hija mía, hijos míos, uníos en amor a todos; unidos podéis emprender una buena obra de misericordia y amor hacia vuestros semejantes (…). Fundad casas de amor y misericordia para los pobres; hay muchos que necesitan que se les hable la palabra de Dios» (24-VI-1983). De esta manera, la vida de las personas que habían comenzado a acompañar a Amparo asiduamente cambió por completo.

Comunidad y casas de amor y misericordia

El año 1988 fue espléndido. Empezó, como un árbol en primavera, a brotar nada más iniciado. El día 3 de enero nace la primera Comunidad, compuesta de sólo cinco personas. También, en este año, para poder llevar a cabo las obras de amor y misericordia pedidas por la Virgen a Luz Amparo, el grupo de personas más vinculadas a ella y junto con ella, constituyeron la Fundación Benéfica «Virgen de los Dolores», el 13 de mayo de 1988. Las casas de amor y misericordia que la Virgen pidió a Luz Amparo se fueron realizando gracias a los bienes que entregaron las personas de este grupo inicial, a los donativos de los peregrinos de Prado Nuevo y a los esfuerzos y desvelos de Luz Amparo —ayudada por otras almas buenas— con el fin obtener las ayudas necesarias para sus residencias de ancianos.

Hermanas Reparadoras

Una de las celebraciones actuales en Prado Nuevo.

En el mismo año 1988, nacen las «Seglares Reparadoras» —hoy, Hnas. Reparadoras—, mujeres solteras, en su mayoría jóvenes, que venían asistiendo asiduamente al rezo del Rosario en Prado Nuevo y participaban del grupo cercano a Luz Amparo. Ellas, siguiendo la llamada de Dios nacida en Prado Nuevo, fueron dejando su vida del mundo para dedicarse totalmente, por amor a Dios, a la oración y al servicio de los necesitados. Las Seglares Reparadoras «Amor, Unión y Paz» fueron reconocidas por la Iglesia como Asociación Privada el 13 de mayo de 1993, y posteriormente, el 14 de junio de 1994, como rama de la Asociación Pública de Fieles «Reparadores de la Virgen de los Dolores», erigida canónicamente por el Cardenal Arzobispo de Madrid, D. Ángel Suquía, a petición de su Fundadora, Luz Amparo. Actualmente, cerca de ochenta hermanas consagradas con votos privados, por motivos vocacionales, y de modo totalmente desinteresado, dedican su vida a los ancianos en las Residencias fundadas por Luz Amparo: «Virgen de los Dolores» (El Escorial). «Jesús del Buen Amor» (Griñón), «Ntra. Sra. de la Luz» (Torralba del Moral) y «Ntra. Sra. del Carmen» (Peñaranda de Duero). Luz Amparo les enseñó, con su palabra y ejemplo, a ver en los mayores a Cristo y a cuidarles con esmero y cariño. En cada una de las casas de amor y misericordia, hay un cuadro que recoge la Dedicatoria de Amparo, en los orígenes, dirigida a las Hermanas Reparadoras, que resume cómo han de realizar su vocación de entrega a los necesitados. Dice así: (ver recuadro dcha.). Por otra parte, la alianza o anillo, que portan las manos de las Hermanas Reparadoras, es signo de su plena entrega a Dios, la cual realizan a través de los votos privados: castidad, pobreza y obediencia; viviendo en comunidad; y aspirando a la perfección evangélica sirviendo a Cristo en los necesitados. El testimonio de alegría y generosidad con que las Hermanas Reparadoras se entregan a los ancianos, les hace presente y palpable el amor de Dios, y también a quienes les visitan; no son pocos a los que este admirable ejemplo les ha ayudado en su vida personal a acercarse a Dios.

«Jóvenes muchachas, que os habéis entregado a los necesitados; ved en ellos a Cristo y repetid con Él: “No hemos venido a ser servidos, sino a servir”. Y para que vuestro amor sea verdadero, tiene que estar apoyado en Cristo. Sed bondadosas con ellos, pues la bondad eleva a la santidad. Que vuestros corazones estén alegres para poder alegrar al triste. Pensemos que no son ellos los que tienen que estar agradecidos a nosotros por prestarles nuestros servicios; somos nosotras las que tenemos que estarles agradecidas porque nos permiten que los cuidemos. Nunca pensemos que son desagradecidos; digamos: “¡Qué grandes son los pobres, porque nos dan la oportunidad de que los sirvamos!”. Pongamos todo nuestro amor en cada acción. Nuestra misión es amar a los necesitados sin esperar que ellos nos amen. Pensemos que son como niños, mis niños mayores. ¡Cuánto tenemos que aprender de ellos! Necesitan amor; necesitan recuperar la dignidad que les han quitado. No pensemos sólo en el plato de comida, sino en el amor que necesitan. ¿Queréis alcanzar méritos?: sed cariñosas y amables con todos los que sufren. ¿Quiénes sufren?: ellos, mis pobres niños mayores, que tienen las heridas del tiempo que nadie puede cicatrizar. Jóvenes, que todo lo habéis dejado por los demás: conservad vuestra caridad y vuestra alegría para hacerlos felices. Ésta tiene que ser vuestra empresa: la empresa del amor, que es la más grande y más cristiana».

El Escorial, 31 de diciembre de 1990 Luz Amparo Cuevas

Comentarios (1)

  1. Responder
    abel castro iglesias says:

    Que grandes son los frutos de una aparicion.Al Cardenal Suquia de una gran apertura para entender los misterios de Dios.Si la humanidad no convertida entendiera darse esta tierra seria el pre paraiso.

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