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Se cumplen 30 años de la quema del fresno de las apariciones, imagen de la presencia de la Virgen y objeto de persecución

El Escorial, 10 de octubre de 2022. – En la noche del 5 al 6 de octubre de 1992, el fresno de las apariciones de la Virgen en Prado Nuevo sufrió una quema que pretendía su calcinación y fue sofocada a tiempo por los bomberos de El Escorial. Los profesionales evitaron así la desaparición del símbolo visible de las manifestaciones de María, que sólo un año después de sus inicios eran ya conocidas en toda España e incluso en Portugal y en Francia. Cada primer sábado de mes, miles de peregrinos acudían a este lugar a rezar el Rosario y presenciaban la recepción del correspondiente mensaje de la Virgen por parte de Luz Amparo Cuevas, fundadora de la Obra de la Virgen.

De este ataque al símbolo de las apariciones se cumplen 30 años. A éste precedió la gravísima agresión física que sufrió la propia Luz Amparo el 26 de mayo de 1983, cuando rezaba ante el árbol en solitario. 

Aquella acogida masiva generó una posición de profundo rechazo en ámbitos políticos e incluso eclesiales. Y este rechazo, a su vez, un clima de persecución que pretendió acabar por medios humanos con un fenómeno sobrenatural y con el cumplimiento de las peticiones que conllevaba: la oración diaria del Rosario, la meditación de la Pasión del Señor y la construcción de una capilla en honor a Nuestra Señora de los Dolores. 

La quema del fresno de las apariciones vino precedida de una iniciativa municipal para disuadir las convocatorias de oración y la recepción de los mensajes de la Virgen y el Señor. El entonces alcalde de El Escorial, Mariano Rodríguez, promovió un plan urbanístico para modificar los usos de Prado Nuevo, hasta entonces de explotación agrícola y ganadera y zona privada de recreo. La familia Leyún, entonces propietaria de la finca, permitió desde el primer momento el acceso de los peregrinos al perímetro del árbol de las apariciones. En septiembre de 1992, aceptó la propuesta municipal, que se traducía en la división de Prado Nuevo en dos mediante una nueva carretera y la recalificación de terrenos, por un lado, para la construcción de viviendas y, por otro, para ocio y recreo. 

El plan municipal para adquirir Prado Nuevo y acabar así con las convocatorias de oración encontró, en cambio, la oposición pacífica de miles de peregrinos. Los primeros miembros de la Obra recibieron 120.000 firmas de apoyo por parte de peregrinos y vecinos para mantener el lugar en el estado originario. La carretera divide hoy Prado Nuevo, pero el lugar de las apariciones conserva hoy el mismo estado originario y el fresno de las apariciones continúa reuniendo cada día a los fieles en el rezo del Rosario.  

Guardianes de la Virgen día y noche 

Aquel octubre de 1992 fue un mes del Rosario marcado para siempre en la historia de Prado Nuevo y en la historia del municipio de El Escorial. Desde entonces, los llamados a construir la Obra de la Virgen en Prado Nuevo junto a Luz Amparo Cuevas se convirtieron también en guardianes del símbolo de su presencia día y noche. Incluso de manera presencial, hasta hoy. 

Pocos días antes de aquel suceso, el 3 de octubre, primer sábado de mes, la Virgen pedía a través de Luz Amparo Cuevas: «Os dije, hijos míos, que querían hacer desaparecer mi nombre de este lugar. Ahora es el momento de trabajar. También os dije, hijos míos, que vosotros seréis los que tendríais que sacar esta Obra adelante. ¡Adelante, hijos míos!, luchad para que se haga lo que yo digo. Quiero obras de amor y misericordia en este lugar y una capilla en honor a mi nombre; que se venga de todos los puntos del mundo a rezar y a recibir gracias. ¡Sed valientes, hijos míos!, y no permitáis que desaparezca mi nombre de este lugar».

En su mensaje posterior, del día 7 de noviembre, también primer sábado de mes, la Virgen comunicó a Luz Amparo Cuevas: «Aquí estoy, hijos míos, como Madre de dolor, pero también vengo llena de amor. Gracias, hijos míos, a todos los que habéis correspondido a esta gran Obra. Os dije hace tiempo, hijos míos, que querían hacer desaparecer mi nombre de este lugar. No lo permitáis, hijos míos. Orad y luchad para sacar mi Obra adelante».