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Un servicio que sigue dando luz a muchos

Cuando Miguel Martínez tuvo en sus manos la partida de bautismo de la que hasta entonces conocían como Amparo Cuevas, vio que el nombre recibido era Luz; no Amparo. Y este detalle le ayudó a entender. Desde entonces, su nombre fue Luz Amparo. Y, desde el principio, todo les hizo ver que había mucha luz en la vida de aquella mujer, empleada en el hogar de los Martínez, que desde 1980 experimentó en su presencia las manifestaciones y los mensajes de la Virgen en Prado Nuevo. Y, junto a ellos, los del Señor.

Hoy, fiesta de Nuestra Señora de la Luz, los miembros de la Obra de Prado Nuevo celebran el santo de su fundadora y la dedicación de una de las Casas de Amor y Misericordia. La ubicada en Torralba del Moral, Soria. Miguel Martínez es hoy presidente de la Fundación Benéfica Virgen de los Dolores, la entidad que coordina la gestión de las Casas. Entonces, acompañó y respaldó a Luz Amparo en sus primeros y difíciles pasos para hacer realidad lo que la Virgen le pedía y fue su máxima: “Para los pobres, lo mejor. Porque ella veía a Cristo en sus niños mayores. Y si alguno había pasado dificultades, que en los últimos años de vida pudiera disfrutar de los mejores cuidados”, recuerda Miguel.

La historia de la Casa de Torralba del Moral comienza con la peregrinación a Prado Nuevo de Jacinto de Miguel, entonces alcalde de Medinaceli, municipio al que pertenece la pedanía de Torralba. Conociendo la llamada de la Virgen a Luz Amparo, le propuso adaptar un antiguo hospital como residencia de mayores. Torralba constituía un importante núcleo de influencia; se situaba en el enclave ferroviario que conecta Barcelona y Pamplona, y la adaptación del antiguo hospital podría dar respuesta a las necesidades de las personas ancianas del entorno.

“Nos encontramos con un edificio ruinoso”, subraya Miguel. El arquitecto les explicó las dificultades de la rehabilitación, debido al estado general del antiguo hospital. En su estudio, analizaron que su construcción se llevó a cabo sobre un terreno pantanoso y, por este motivo, “la resistencia del edificio era cero”, explica Miguel, que concluye: “Era de imposible restauración y de imposible construcción”. Incluso el alcalde propuso Medinaceli como alternativa. Pero Luz Amparo insistió: “No; el Señor lo quiere ahí. Miguel, adelante”.

Luz Amparo llegó a comentar a Miguel: “Yo aquí veo como si hubiera habido elefantes muy grandes. Luego nos enteramos de que en Ambrona, a 8 kilómetros de Torralba, hay un museo de mamuts”. Un museo que recuerda precisamente los yacimientos de Ambrona y Torralba, con restos fósiles de hace 300.000 años, que constituyen los más relevantes del período Paleolítico Inferior en la Península Ibérica.

10 años de trabajos

El proyecto comenzó a finales de 1993 y supuso mucho esfuerzo. Los arquitectos lo iniciaron con el pilotaje del edificio hasta encontrar el firme del suelo. La zona pantanosa obligó a realizar un pilotaje de hasta 4 kilómetros, “similar a las construcciones sobre el mar”, ilustra Miguel.

Como proyecto de semejante magnitud, Miguel subraya la ayuda “en todos los órdenes” del P. José Arranz, primer capellán de la Obra. “Gracias a él, encontramos el apoyo económico. Por supuesto, junto a la ayuda de los peregrinos; sin su apoyo, ni esta obra ni ninguna otra hubiera sido posible”. A pesar de que “todo eran dificultades: En 1996, surgió la compra de Prado Nuevo y hubo que parar varios años. Todas las fuerzas hubo que centrarlas en la compra de Prado Nuevo”.

Una vez reanudadas las obras, el proyecto culminó el 15 de septiembre de 2003, cuando D. Francisco Pérez, entonces obispo de Burgo de Osma-Soria, bendijo el edificio. Y, tal día como hoy, el 1 de junio de 2004, la Casa recibió la autorización de la Junta de Castilla y León para iniciar su actividad y recibió a los primeros abuelos. A su cargo, diez Hermanas Reparadoras asumen hoy el servicio, al igual que en el resto de Casas de Amor y Misericordia.

“El único edificio que realmente Luz Amparo vio terminado”

La Casa de Torralba Del Moral fue “el único edificio que realmente Luz Amparo vio terminado” y en el que, tal y como explica Miguel, ella “nos iba indicando y marcando las dimensiones y cómo debía ser; interiormente, ella puso hasta el último detalle”. “Era una mujer muy sencilla; no tenía formación ni cultura, pero tenía un sentido de la decoración, por la gracia de Dios, muy bueno”, subraya Miguel.

Quizá, también por ello, Miguel asegura que es la principal Casa de la Obra de Prado Nuevo. Y, por este motivo, lleva el nombre de su fundadora. Aunque de un modo velado: “Es un homenaje a ella. Pero como ella nunca hubiera permitido que la llamáramos por su nombre, pusimos Nuestra Señora de la Luz”.

Por sus dimensiones, la Casa podría haber sido diseñada para acoger hasta 150 personas, “pero Luz Amparo dijo que lo ideal es que fuera para 50; para que la atención fuera muy cercana y muy familiar. Es lo que priorizamos: que cada persona se sienta en casa como una familia”. De este modo, hoy acoge a 60 ancianos.

Miguel sigue contando cada acontecimiento vivido junto a Luz Amparo Cuevas con la emoción del testigo predilecto y con la serenidad de quien ha sido llamado a continuar hablando del mensaje de la Virgen y de su relevancia en el mundo de hoy. La Casa de Ntra. Sra. de la Luz lo confirma. Su servicio sigue dando luz a muchos.