Los católicos celebramos su fiesta el día 15 de septiembre o el Viernes de Dolores (previo a la Semana Santa); en su advocación se destaca el sentimiento de dolor de la Madre ante el sufrimiento de su Hijo crucificado. El origen de tan extendida advocación (cuyo origen primero se encuentra —como hemos señalado— en el Gólgota) se remonta en la práctica al S. XI, a la Mater Dolorosa, y su fiesta quedó fijada originariamente el día 15 de septiembre en la diócesis de Florencia, en 1239, por iniciativa de los Servitas, cuya espiritualidad estaba tan unida a los dolores de esta Santa Virgen.
«Soy la Virgen Dolorosa» «Soy la Virgen Dolorosa…»: con estas palabras hizo su aparición nuestra Madre del Cielo a Luz Amparo Cuevas en Prado Nuevo de El Escorial, aquel 14 de junio de 1981. Un hábito granate cubierto con un manto largo y negro, melena castaña-pelirroja, con un velo de encaje blanco bajo la capucha; los ojos verdes de los que se deslizaban gruesas lágrimas, las manos juntas y un rosario de 15 misterios entre los dedos.
Luz Amparo, sobrecogida, contempló aquella figura serena y majestuosa que, con el paso de los años, se ha convertido en una de las imágenes actuales más veneradas del mundo (son centenares y centenares de miles las estampas que se han impreso en los últimos años).
La Virgen, en aquella primera manifestación, dejó nítido su mensaje: «Quiero que se construya una capilla en honor a mi nombre, que se venga a meditar de cualquier parte del mundo la Pasión de mi Hijo, que está completamente olvidada». Para concluir: «Muchos serán marcados con una cruz en la frente. Haced penitencia. Haced oración».
La Virgen Dolorosa de Prado Nuevo vinculó su presencia en ese lugar con la reparación y la penitencia, la meditación de la Pasión de su Hijo en la Capilla que quería que se construyese y la oración, marcándonos a todos los peregrinos el camino, duro pero seguro, hacia nuestra salvación. No han faltado nunca dificultades, pero la Virgen ha estado siempre y estará presente —porque así lo ha prometido— en su «lugar preferido», su «jardín», como lo ha denominado (4-4-98).
El 15 de septiembre, una fecha de referencia
El privilegiado rincón de Prado Nuevo, como estamos diciendo, va muy unido a la devoción de la Virgen Dolorosa. En el año 1992, por citar un ejemplo, el recientemente investido como Alcalde de El Escorial, eligió —no con carácter celebrativo precisamente— la fecha de 15 de septiembre para anunciar su nuevo plan urbanístico para el municipio afectando a la finca de Prado Nuevo. Cuatro días después (el día 19) firma un bando donde se dan a conocer las normas subsidiarias sobre la cuestión. El siguiente primer sábado, los «virginianos», como se empezaba a llamar a los seguidores de la Virgen, muestran su repulsa de forma pacífica distribuyendo octavillas ante el Ayuntamiento, donde reclaman respeto a los «sentimientos de miles de españoles».
Durante el mes de octubre siguiente, se llegan a recoger ciento veinte mil firmas en apoyo de las apariciones de la Virgen Dolorosa, para que Prado Nuevo pudiera mantenerse como lugar de peregrinación. Se entregan en el Consistorio el último día del mes. A partir de este momento, arrecia el conflicto contra el hecho religioso de Prado Nuevo.
Reapertura de la finca de «Prado Nuevo»
Tres años después, y tras sortear los peregrinos un sinfín de denuncias y dificultades, en mayo de 1995, tras las elecciones municipales en El Escorial, los vecinos votan a un nuevo regidor, que —providencias de la vida— elige el día de la Virgen de los Dolores para dar una buena noticia a todos los fieles y seguidores de la Virgen Dolorosa de Prado Nuevo: la finca, que llevaba cerrada más de un año por el gobierno municipal anterior, será reabierta en esa fecha.
Al medio día, una patrulla de la policía municipal escoltaba al nuevo Alcalde, quien se personó en la puerta de la finca y procedió a la histórica reapertura ese día 15 de septiembre de 2005, para que cualquier persona pudiera, desde ese momento, acceder libremente a la finca y poder así, quien lo deseara, rezar a la Virgen junto al fresno de las apariciones.
Bendición de una residencia
Otro de los acontecimientos acaecidos bajo la mano protectora de la Virgen de los Dolores fue la bendición de la residencia «Ntra. Sra. de la Luz»; concretamente, la ceremonia se llevó a cabo la víspera del día de la Virgen en el año 2003, y fue realizada por el entonces obispo de Osma-Soria D. Francisco Pérez.
Devoción de los peregrinos a la Virgen Dolorosa
El deseo de la Virgen —«…que se venga a meditar de cualquier parte del mundo la Pasión de mi Hijo, que está completamente olvidada»— se ha tenido siempre muy presente en el Prado desde los inicios: devociones como el rezo del Vía Crucis, la meditación de los misterios dolorosos del Rosario, los siete dolores de la Virgen, etc., se practican habitualmente.
Luego están la novena a Virgen de los Dolores (previa a su fiesta o para pedir por una intención especial); así como la devoción menos conocida del Vía Matris, que se reza en Prado Nuevo todos los sábados de Cuaresma. Asimismo, en los Evangelios se encuentran los pasajes que nos narran las dolorosas escenas de la Pasión de Cristo. Los mismos mensajes de la Virgen son fuente de meditación para los que encuentran en ellos una revelación particular que les enriquece y profundiza en la Revelación pública: «Nadie puede expresar el dolor de la Virgen con el Hijo en su regazo, muerto, sin vida… Ella misma se dolía en el mensaje del 16 de octubre de 1981: “¡Ay, hija mía, qué dolores tan horribles! Date cuenta de lo que pasó mi Hijo en esa Cruz y lo que yo pasé al pie de la Cruz, abrazada, destrozada, desgarrándose mi Corazón”» (De la meditación de la 12ª estación del Vía Crucis en Prado Nuevo).²
Los siete dolores de la Virgen
1.- La profecía del anciano Simeón.
2.- La huida a Egipto.
3.- El Niño Jesús perdido.
4.- El encuentro de María con Jesús en el camino al Calvario.
5.- La Crucifixión y muerte de Jesús.
6.- La lanzada que traspasó el Corazón de Jesús y su descendimiento de la Cruz.
7.- La sepultura de Jesús.
Novena Virgen de los Dolores
Himno «Stabat Mater»
La Madre piadosa estaba junto a la Cruz, y lloraba mientras el Hijo pendía;
cuya alma triste y llorosa, traspasada y dolorosa, fiero cuchillo tenía.
¡Oh cuán triste y afligida estaba la Madre herida, de tantos tormentos llena!
Cuando triste contemplaba y dolorosa miraba del Hijo amado la pena.
¿Y cuál hombre no llorara si a la Madre contemplara de Cristo en tanto dolor?
¿Y quién no se entristeciera, Madre piadosa, si os viera sujeta a tanto rigor?
Por los pecados del mundo, vio a Jesús en tan profundo tormento la dulce Madre.
Vio morir al Hijo amado que rindió desamparado el espíritu a su Padre.
¡Oh dulce fuente de amor!, hazme sentir tu dolor para que llore contigo.
Y que, por mi Cristo amado, mi corazón abrasado mas viva en Él que conmigo. Amén.
(Oficio de Lectura, 15 septiembre, LH IV).
Oremos: Dios nuestro, que quisiste que la Madre de tu Hijo estuviera a su lado junto a la Cruz,
participando en sus sufrimientos, concede a tu Iglesia que, asociada con María a la Pasión de Cristo,
merezca también participar en su gloriosa resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
(Comienza el 6 de septiembre)
(Revista Prado Nuevo nº 30. Artículos)