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29 de mayo

Humildísima y purísima Virgen: yo acepto de buena voluntad, como cosa merecida y debida, todos los desprecios, afrentas y humillaciones que me vengan, de cualquier parte que procedan. Yo no quiero pasar sino por aquello que soy, y soy un pobre y miserable pecador.
Recibid, Reina mía, este mi ramillete como emblema de mi humildad.