«Jesús mío, por vuestro Corazón amantísimo, os suplico inflaméis en el celo de vuestro amor y de vuestra gloria a todos los sacerdotes del mundo, a todos los misioneros, a todas las personas encargadas de predicar tu divina palabra, para que, encendidas en santo celo, conquisten las almas y las conduzcan al asilo de vuestro Corazón, donde os glorifiquen sin cesar».

La Virgen. Mensaje del día 25 de noviembre de 1981, miércoles