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Cerca del nuevo año

Litúrgicamente estamos despidiendo el año 2021 y saludando al 2022. Noviembre es el mes de las postrimerías: muerte, juicio, infierno y gloria. La muerte y el juicio son para todos. En la mente divina también la gloria es para todos, pero hay quienes voluntariamente la rechazan. Ese rechazo es ya comienzo del infierno que durante esta vida, tiene redención por la penitencia.

El cuarto domingo de este mes pone brillante corona a todo el año con la solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo, y al siguiente domingo, ya el primero de adviento. Esta palabra latina castellanizada significa “venida”, y litúrgicamente se hace referencia al Rey que viene, al Señor que se acerca, ¡nos preparamos a la llegada del Salvador!.

El imparable rodar del tiempo nos pone de nuevo participando en la dulce esperanza de una joven Madre que desde el 25 de marzo guarda y alimenta en sus virginales entrañas, el Dios humanado a cuya adoración nos invita la liturgia en el tiempo de Adviento.

Esa joven Madre espera, con inefable gozo que llegue la plenitud de los tiempos, para darnos un niño que siendo, como Hijo suyo, verdadero hombre, es también verdadero Dios como Hijo del Eterno Padre Dios.

No podemos dejar de recordar la fiesta de la Inmaculada Concepción el próximo 8 de diciembre. Mucho se ha dicho y nunca será suficiente, de este bellísimo e inigualable atributo de Nuestra Madre, por ello vamos a recordar brevemente cómo nos relato Ella misma, su Inmaculada Concepción; fue el 7 de octubre de 1989, a Luz Amparo, en Prado Nuevo: Veo una luz como una espiga reluciente que, cuando besa Joaquín a Ana, se desgrana y entra dentro de ella. Están los dos en éxtasis, en un éxtasis de amor. Su tristeza ha desaparecido. ¡Ay, qué alegría tienen los dos, ay! Los dos cogidos de la mano salen del templo y a la salida gritan: «El Poderoso ha obrado en mí un gran misterio. De mi vientre nacerá la Madre del Mesías, y se le pondrá el nombre de Miriam, que quiere decir María, Madre de la Humanidad. Será la Torre de Marfil, la Casa de Oro, el Arca de la Alianza, donde serán guardados todos los misterios. ¡El medio que Dios pone a la Humanidad para que se encarne la Redención del mundo!”