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Verdaderas y falsas apariciones: criterios de discernimiento (II)

 

Un mundo desconocido y mal entendido (Segunda parte)

Cf. Las apariciones marianas en la vida de la Iglesia (Salamanca, 1987) pp. 115-131.

Continuamos publicando los criterios de discernimiento ante supuestas apariciones, según la Teología católica y basado en la experiencia de distintos casos. Abordamos hoy, por una parte, aquellos elementos negativos que conducen a negar la autenticidad de la aparición examinada; así como los elementos positivos, que nos inclinan a pensar que estamos ante una auténtica manifestación sobrenatural.

 

I. Elementos negativos

Son aquellos que conducen a negar la autenticidad divina de la aparición cuestionada.

1. El vidente

Una cualidad positiva que ha de aparecer en el vidente es la sujeción a la Jerarquía eclesiástica. Dios no puede llevar a la desobediencia o independencia respecto a aquellos que ha elegido como representantes suyos en la Tierra. Los auténticos videntes se han sometido siempre a la Iglesia y a sus representantes: el Papa, los obispos, los directores espirituales[1]… Si falta, pues, esta sujeción a la Jerarquía y el vidente se cree llamado por Dios o la Virgen para realizar la renovación y crear una «nueva» Iglesia, al margen de la Iglesia Católica y su Jerarquía, ciertamente hay que afirmar que la aparición no es de Dios. Notemos, sin embargo, que no es menester que el vidente expresamente manifieste esta posición radical con claridad. Bastará la desobediencia a la Jerarquía.

Un protagonismo exagerado por parte del vidente es muy sospechoso. La humildad ha de ser una de sus virtudes principales. Creerse que, porque ve o supone ver a la Virgen, le han casi de venerar como un santo, es error claro. Podrá decir que se somete a la Jerarquía, pero si no se somete a su director espiritual, cuando éste no acepta todo lo que le comunica, o cuando le prueba en la virtud, es un mal indicio. No habrá de colocarse por encima de nadie ni vanagloriarse de su condición de vidente.

Será también un dato muy negativo que se aproveche de las apariciones para adquirir empleo, cargos, buena posición social, etc. Lo mismo diremos si tiene ambición o deseo de lucro, para aprovecharse de las personas piadosas y les pide dinero, regalos, etc. para beneficio personal.

También será un mal indicio si se observa que no mejora en su vida espiritual. No se le puede exigir una santidad extraordinaria, pero sí una mejora interior que aparezca en el exterior, puesto que ha de dar ejemplo. La aparición nunca será para dejarnos en el mismo estado de virtud, sino para mejorar y perfeccionar.

2. Las apariciones

En el hecho de las apariciones hay dos elementos principales a señalar:

a) Escenario-aparato

Puede ser de interés el examen del lugar y sus circunstancias, observando si se presta o no a manipulaciones. No será igual una aparición en un lugar abierto, solitario, aislado de edificios, etc., donde es difícil esconder aparatos, que una sala cerrada, que ofrece oportunidad para habilitar aparatos audiovisuales, ambientación propicia a ilusiones ópticas. Si, pues, se descubriese algún fraude, quedaría ya descartada la autenticidad de la aparición.

b) La doctrina

Este punto es muy importante, ya que puede ser uno de los más decisivos en pro o en contra.

1) Dogma o doctrina teológico-moral. Si la aparición propone una doctrina contraria al dogma católico o a la moral, ha de ser rechazada de plano.

2) Profecías. Si se anuncian hechos a corto plazo, con fechas determinadas, y llegado el momento no se cumplen, hay motivo para dudar. Pero en este caso, habrá de tenerse mucha prudencia si se profetizan castigos o premios condicionados (es importante en este punto discernir el lenguaje del Cielo; el tiempo de Dios no es nuestro tiempo: «…para el Señor un día es como mil años y mil años como un día» [2 P 3, 8]). Jonás profetizó la destrucción de Nínive, que no se realizó. Era condicionada y la condición no se cumplió: «Vio Dios su comportamiento, cómo habían abandonado el mal camino, y se arrepintió de la desgracia que había determinado enviarles» (Jon 3, 10).

 

La ciudad de Nínive en la actualidad (Irak)

Si la profecía es a largo plazo o para momento no determinado, nada se podrá aventurar o asegurar hasta que haya llegado el plazo prefijado. Jesús profetizó la destrucción de Jerusalén sin determinar fecha alguna y especificó la clase de muerte suya y su resurrección al tercer día. Solamente se tendrá como argumento negativo en el caso de una profecía determinada y especificada, de suerte que se pueda afirmar el fallo real y objetivo.

3) Mensajes particulares y descubrimientos de conciencia. En muchos de los casos de apariciones modernas, ocurre que el vidente habla a alguna persona en particular y le da algún encargo de parte de la Virgen (por ejemplo), y quizás al mismo tiempo le revela algún hecho de su vida pasada o presente conocido únicamente de la persona con quien habla. Quien examina la autenticidad de una aparición ha de tener presente estas realidades.

 

III. Elementos positivos

Hemos examinado los principales pasos que se han de recorrer para conocer la falsedad de una aparición. Veamos ahora los elementos que denotan autenticidad.

a) El vidente. Éste ha de presentar las cualidades de humildad, obediencia, sumisión a la Jerarquía, determinada santidad, desprendimiento. Y es necesario que se hallen todas juntas.

b) Contenido de las apariciones. La doctrina ha de ser conforme al dogma y a la moral, y de ordinario ha de traer alguna novedad (p. ej., el mayor relieve y amplitud que ha adquirido la devoción al Corazón Inmaculado de María con las apariciones de Fátima, etc.). Los mensajes auténticos no traen ninguna revelación nueva que se oponga a la Revelación pública.

c) Sucesos inexplicables naturalmente. Se manifestará la sobrenaturalidad del hecho si éste (tal vez milagro, curación, aparición de fuentes, acciones que realiza el vidente, etc.) no puede ser explicado por causas naturales hasta ahora conocidas.

(Continuará)

 

[1] Aunque estamos tratando el tema de las apariciones en general, no podemos dejar de señalar cómo en este punto las apariciones de El Escorial tienen mucho a su favor, si recordamos la fidelidad y la obediencia de Luz Amparo tanto a la Jerarquía de la Iglesia como a su director espiritual.

 

(Revista Prado Nuevo nº 19. Verdaderas y falsas apariciones)

 

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