En la visita de San Juan Pablo II a Madrid, con motivo de la bendición de la Catedral de la Almudena, tuvo lugar un entrañable suceso entre nuestra Fundadora y San Juan Pablo II
El Santo Padre visitó Madrid con motivo de la bendición de la Catedral de la Almudena. Un grupo numeroso de peregrinos de Prado Nuevo, junto con miembros de la Comunidad Familiar y de las otras secciones de la Asociación Publica de Fieles Reparadores de la Virgen de los Dolores “capitaneados” por Amparo, acudimos a la Nunciatura apostólica de Madrid con el fin de despedir al Santo Padre ese día y desearle un feliz descanso.
En un coche cubierto el Papa llegó pero fue imposible verle. Luz Amparo nos dijo que el Papa estaba cansado y posiblemente iría a cenar. Comenzamos a cantar canciones a la Virgen; Amparo estaba emocionada.
Unos policías se nos acercaron para preguntar si íbamos a estar cantando toda la noche. “No”, contestó Amparo, “solo hasta que el Papa se duerma”, dijo esbozando una sonrisa.
Alrededor de la una de la madrugada vimos pasar una sombra con una luz tenue en uno de los corredores de la Nunciatura que se vislumbraban desde el exterior. Seguimos cantando canciones y también alguna dedicada a Su Santidad. Poco tiempo después, Luz Amparo nos dijo: “el Papa se va a dormir. Vamos a rezar y a estar calladitos para no despertarle” Y así estuvimos, rezando un rosario y otro, con oraciones a la Virgen jaculatoria, que deseaban un descanso tranquilo a nuestro querido Juan Pablo II.
A eso de las 6 de la mañana, Luz Amparo nos dijo: “¡el Papa se ha despertado! ¡Vamos a cantarle las “mañanitas”…! Y comenzamos de nuevo a cantar al Papa. Se nos fueron uniendo grupos de curiosos y devotos que se organizaron a nuestro lado con el fin de despedir al Santo Padre que salía para el aeropuerto rumbo a la Ciudad Eterna. Casi habíamos perdido la esperanza del verle cuando Luz Amparo nos dijo: “¡Corred que se va a asomar a la valla!”. Corrimos hacia donde nos dijo y en unos segundos el Papa apareció por la parte alta de la valla a pocos metros de nosotros, dirigiéndonos unas palabras: “No sabía que en Madrid había dos Nunciaturas: una dentro y otra fuera. Recemos el ángelus a la Virgen: el Ángel del Señor….” Y en se momento El Papa y Luz Amparo se cruzaron una mirada que a muchos no nos pasó desapercibida. La alegría de todos era inmensa pero nuestra Fundadora desbordaba de gozo, ¡era impresionante verla! Y el Papa siguió hablando: “¡Y ahora los que han estado esta noche aquí tienen que ir a dormir! Dios os bendiga” Y se fue…
Pasaron los días y en la Catedral de la Almudena se celebró una misa de acción de gracias por la bendición de la misma. En esta celebración se leyó una carta enviada por el Papa al cardenal de Madrid, D Antonio Mª Rouco, donde entre otras cosa decía: “… y quiero agradecer muy especialmente a ese pequeño grupo que estuvo esa noche velando el sueño del Papa. Para vosotros mi bendición”.
Esta es una oración que Juan Pablo II aprendió de niño y que recitaba todos los días:
Ven, oh Espíritu Creador,
visita nuestras almas,
y llena con la gracia divina
los corazones que Tú has creado.
Eres nuestro dulce consolador,
el Don del Padre Altísimo,
fuente de Agua viva, fuego, amor,
y espiritual unción.
Dedo de la diestra paterna,
fiel promesa del Padre;
irradia tus siete dones,
y enriquece nuestra palabra.
Ilumina los sentidos,
e infunde tu amor en nuestros corazones;
cura nuestras heridas
con el bálsamo de tu amor.
Defiéndenos del enemigo,
danos pronto el don de la paz.
Con tu guía invencible,
evitaremos todo mal.
Luz de la sabiduría eterna,
revelanos el grande misterio
de Dios Padre e Hijo
unidos en un solo Amor.
Gloria a Dios Padre,
y al Hijo, que resucitó y al Espíritu Santo
por siempre y para siempre.
Amén.
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