«Mirarán al que traspasaron»
(Zac 12, 10; Jn 19, 37)
Iniciamos uno de los tiempos del Año litúrgico considerados como fuertes. Con este instructivo artículo, que confiamos os sea de utilidad para vivir mejor dicho tiempo penitencial, que culminará en la Semana Santa y la Pascua de Resurrección.
¿Qué es la Cuaresma?
- Es un período especial del año litúrgico, durante el cual el pueblo cristiano se prepara para celebrar el Misterio Pascual.
- La Cuaresma es un tiempo oportuno para estar, junto con María Santísima y san Juan, el discípulo amado, junto a Cristo, que en la Cruz consuma por toda la Humanidad el sacrificio de su vida (cf. Jn 19, 25).
- «Mirarán al que traspasaron» (Zac 12, 10; Jn 19, 37): es tiempo oportuno para mirar con confianza el costado de Jesús, atravesado por la lanza, del cual brotaron «sangre y agua» (Jn 19, 34).
- «Que la Cuaresma sea para todos los cristianos una experiencia renovada del amor de Dios que se nos ha dado en Cristo, amor que también nosotros cada día debemos “volver a dar” al prójimo, especialmente al que sufre y al necesitado. Sólo así podremos participar plenamente en la alegría de la Pascua» (Benedicto XVI, Mensaje para la Cuaresma 2007).
¿Por qué cuarenta días?
- La teología y la espiritualidad de la Cuaresma se constituyeron en relación con diversos eventos del Antiguo y del Nuevo Testamento.
- El mismo número 40 nos recuerda: los días que duró del diluvio universal; los años transcurridos por Israel en el desierto; los días que pasó Moisés en el Monte Sinaí; los días que el profeta Elías estuvo en el desierto antes del encuentro con Dios en el Monte Horeb; los días de penitencia de los habitantes de Nínive; los días del ayuno de Jesús en el desierto, donde al final fue tentado por el diablo.
- Todo esto tiene un valor didáctico. La Cuaresma es el tiempo: de la destrucción del mal, como para los hombres del diluvio; de la prueba y de la gracia, como para Israel; de la oración que dispone para el encuentro con Dios, como para Moisés y Elías; de la penitencia y de la expiación en espera del juicio divino, a imitación de los 40 días de ayuno y de penitencia con los que los habitantes de Nínive aplacaron la ira divina; del ayuno finalizado para comer el verdadero alimento, que es hacer la voluntad del Padre: «No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mt 4, 4) (así le respondió Jesús a Satanás al final de los 40 días pasados en el desierto).
¿Cuáles son los grandes temas cuaresmales ?
Tres son en particular los temas propuestos por la liturgia cuaresmal:
- El tema pascual. Porque la Cuaresma es preparación a las celebraciones pascuales, el tema muerte-vida asume una importancia fundamental. Comienza desde el segundo domingo (Evangelio de la Transfiguración) y se hace más explícito en las dos últimas semanas.
- El tema bautismal. La Cuaresma en su estructura fundamental se formó en torno al sacramento del Bautismo, administrado a los adultos durante la Vigilia Pascual. Los cristianos toman mayor conciencia del propio bautismo.
- El tema penitencial. Se desarrolla, sobre todo, al inicio de la Cuaresma (Miércoles de Ceniza y el Evangelio de las tentaciones de Jesús en el primer domingo).
¿Cuáles son las prácticas cuaresmales?
La Cuaresma implica un empeño ascético, individual y colectivo, cuyas formas tradicionales se indican en el Catecismo de la Iglesia Católica: «La penitencia interior del cristiano puede tener expresiones muy variadas. La Escritura y los Padres insisten sobre todo en tres formas: el ayuno, la oración, la limosna (cf. Tb 12, 8; Mt 6, 1-18)» (n. 1434).
- Oración (Misa cotidiana, sobre todo, y el Vía Crucis).
- Ayuno (es el conjunto de las prácticas de mortificación: comida-palabras-diversiones). La mortificación permite una mayor disponibilidad hacia el prójimo, mayor tiempo para el voluntariado y más dinero para la caridad.
- En Cuaresma la Iglesia recuerda que están mandados ayuno y abstinencia de carne: el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo; la abstinencia de carne: todos los viernes de Cuaresma.
- La Iglesia recomienda en particular la práctica, durante la Cuaresma, de las obras de misericordia corporales y espirituales1. Así aparecen en el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica[2].
Las siete obras de misericordia corporales
- Visitar y cuidar a los enfermos.
- Dar de comer al hambriento.
- Dar de beber al sediento.
- Dar posada al peregrino.
- Vestir al desnudo.
- Redimir al cautivo.
- Enterrar a los muertos.
La Cuaresma es un período especial del año litúrgico,
durante el cual el pueblo cristiano se prepara para celebrar el Misterio Pascual
Las siete obras de misericordia espirituales
- Enseñar al que no sabe.
- Dar buen consejo al que lo necesita.
- Corregir al que yerra.
- Perdonar las injurias.
- Consolar al triste.
- Sufrir con paciencia los defectos de los demás.
- Rogar a Dios por vivos y difuntos.
Estas prácticas, «expresan la conversión con relación a sí mismo, con relación a Dios y con relación a los demás» (Catecismo de la Iglesia Católica, 1434).
¿Cuál es la importancia del ayuno?
Así lo explicaba Benedicto XVI en su Mensaje para la Cuaresma 2009: «En nuestros días, parece que la práctica del ayuno ha perdido un poco su valor espiritual y ha adquirido más bien, en una cultura marcada por la búsqueda del bienestar material, el valor de una medida terapéutica para el cuidado del propio cuerpo». El ayuno, en cambio, para el creyente tiene una relevante importancia, y es rico de numerosos significados y finalidades:
- Dimensión personal (seguimos a Benedicto XVI en dicho Mensaje):
* Con el ayuno, de hecho, «el creyente desea someterse humildemente a Dios, confi ando en su bondad y misericordia».
* La práctica del ayuno «contribuye, además, a dar unidad a la persona, cuerpo y alma, ayudándola a evitar el pecado y a crecer la intimidad con el Señor».
*«Privarse del alimento material que nutre el cuerpo facilita una disposición interior
a escuchar a Cristo y a nutrirse de su palabra de salvación».
* Con el ayuno y la oración, «le permitimos que venga a saciar el hambre más profunda que experimentamos en lo íntimo de nuestro corazón: el hambre y la sed de Dios».
*Tal práctica es «un arma espiritual para luchar contra cualquier posible apego desordenado a nosotros mismos».
* Del mismo modo, «ayuda al discípulo de Cristo a controlar los apetitos de la naturaleza debilitada por el pecado original, cuyos efectos negativos afectan a toda la personalidad humana».
- Dimensión social:
* Subrayaba también Benedicto XVI el significado social del ayuno, afirmando que «nos ayuda a tomar conciencia de la situación en la que viven muchos de nuestros hermanos».
* Lo que ahorramos ayunando, podemos destinarlo a obras de beneficencia u obras caritativas.
*Por esto, exhortaba el Papa anterior a las parroquias «a intensificar durante la Cuaresma la práctica del ayuno personal y comunitario, cuidando asimismo la escucha de la Palabra de Dios, la oración y la limosna». Definitivamente, gracias al ayuno, la Cuaresma es el tiempo ideal para «alejar todo lo que distrae el espíritu y para intensificar lo que alimenta el alma y la abre al amor de Dios y del prójimo».
Con el ayuno y la oración, «le permitimos que venga a saciar el hambre más profunda que
experimentamos en lo íntimo de nuestro corazón: el hambre y la sed de Dios».
Acerca de la limosna
He aquí algunas indicaciones:
Debe ser escondida. «Que no sepa tu mano derecha lo que hace tu mano izquierda», dice Jesús, «para que tu limosna quede secreta» (Mt 6, 3-4); realizarla:
- * sin ofender a quien la recibe;
- * sin mostrarnos nosotros mismos (vanagloria)
- * con alegría: hay más alegría en dar que en recibir (cf. Hch 20, 35).
- * en el silencio, lejos de los reflectores de la sociedad mediática;
- * no limitarse solamente a dar cosas materiales (dinero, comida…), sino darnos nosotros mismos: nuestra estima, nuestro respeto, nuestro tiempo, nuestros talentos (voluntariado);
- * ofrecer el don material como signo del don más grande que podemos hacer a los demás: el anuncio y el testimonio de Jesucristo;
- * lo que da valor a la limosna es el amor: un ejemplo lo tenemos en la viuda del Evangelio (cf. Mc 12, 42-44).
¿Cómo dar la limosna?
Ayudar a quien tiene mayor necesidad.
- * Compartir con los otros lo que tenemos gracias a la bondad divina.
- * Practicar la virtud de la justicia: antes y más que un acto de caridad.
- * Reconocer en los pobres al mismo Cristo.
- * Imitar a Cristo, quien se hizo pobre para hacernos ricos.
- *Poner por obra un ejercicio ascético para nosotros: para liberarnos del apego a las cosas terrenas y para purificarnos interiormente.
- *A firmar el principio de que no somos los propietarios sino los administradores de los bienes que poseemos, donados por Dios.
- * Actuar movidos por la gloria de Dios.
- * Practicar la limosna no por filantropía sino por caridad, amor: como gesto de comunión eclesial.
- * Acercarnos a Dios, acercándonos a los demás: instrumento de auténtica conversión y reconciliación con Dios y con los hermanos.
- * Obtener el perdón de los pecados. San Pedro cita entre los frutos espirituales de la limosna el perdón de los pecados: «La caridad —escribe— cubre la multitud de los pecados» (1 Pe 4, 8).
(cf. Mons. Rafaello Martinelli / Fuente: Catholic. net).
Elías Rodríguez: Escultor Cristo de la Fe.
(Revista Prado Nuevo nº 27. Artículo “Qué es la Cuaresma y como vivirla”)