Mayo es un mes idóneo para recordar todas y cada una de las virtudes de María.
A lo largo de los años los Papas han meditado sobre ellas y nos han regalado con bellísimas palabras que aumentan la incomparable grandeza de la Madre de Dios.
El Papa Francisco, en la Audiencia general del miércoles 24 de marzo de 2021, reflexionó sobre la oración con María, unos momentos profundamente entrañables que todo católico debe buscar…
“La piedad popular confiere multitud de títulos a la Virgen María, títulos que un hijo otorga a su madre con todo su cariño. Y así empezamos a rezarla con algunas expresiones dirigidas a ella, presentes en los Evangelios: “llena de gracia”, “bendita entre las mujeres” …
Con la oración del Ave María pronto llegaría el título “Theotokos”, “Madre de Dios”, ratificado por el Concilio de Éfeso. Y análogamente y como sucede en el Padre Nuestro, después de la alabanza añadimos la súplica: pedimos a la Madre que ruegue por nosotros pecadores, para que interceda con su ternura, ahora y en la hora de nuestra muerte.
“María”, continuaba el Papa, “ha estado presente en los días de pandemia, cerca de las personas que lamentablemente han concluido su camino terreno en una condición de aislamiento, sin el consuelo de la cercanía de sus seres queridos. María está siempre allí, con su ternura materna. Las oraciones dirigidas a la Virgen María no son vanas, pues la madre de Dios es la Mujer del “sí”, que ha acogido con prontitud la invitación del Ángel.
Ella responde a nuestras súplicas, escucha nuestras voces, también las que permanecen cerradas en el corazón, que no tienen la fuerza de salir pero que Dios conoce mejor que nosotros mismos.
Como y más que toda buena madre, María nos defiende en los peligros, se preocupa por nosotros, también cuando estamos atrapados por nuestras cosas y perdemos el sentido de la orientación, poniendo en peligro no solo nuestra salud sino nuestra salvación.
María está allí, rezando por nosotros, rezando por quien no reza. Porque Ella… es nuestra Madre”.