La liturgia nos lleva hoy 2 de octubre a contemplar el maravilloso regalo que nos ha hecho Dios a cada uno de los seres humanos: su Santo Ángel Custodio.
Los Ángeles aparecen frecuentemente en la Sagrada Escritura como mensajeros de Dios para anunciar sus palabras. Pero también en nuestro día a día actúan, iluminando nuestra inteligencia, exhortando con sabios consejos, intercediendo o preservándonos del peligro. [1] “Yo mandaré un Ángel ante ti para que te defienda en el camino y te haga llegar al lugar que te he dispuesto”. [2]
Debemos tener gran devoción a nuestro ángel pues ellos pelean en nuestro favor. Busquemos en los ángeles fortaleza en la lucha espiritual diaria y ayuda para que enciendan nuestros corazones en llamas de Amor de Dios.
La Virgen nos decía en una ocasión: “Mi Hijo, primero, puso a sus ángeles por mensajeros para la raza humana; y luego ha puesto a su Madre por mensajera, para coger instrumentos pequeños y humildes, para comunicárselo a la raza humana; que tenga cuidado, hija mía, que el mundo está a punto de ser destruido”. [3].
Luz Amparo cuevas habló frecuentemente en su vida sobre la presencia de ángeles. También muchos santos o almas que han estado cerca de Dios se distinguieron por su amor con su Ángel Custodio al que recurrían frecuentemente. San José María Escrivá de Balaguer, por ejemplo, trataba a su Ángel Custodio y saludaba al de la persona con la que conversaba [4].
Los Ángeles aparecen frecuentemente en la Sagrada Escritura como ministros ordinarios de Dios y avisando de castigos. En otro mensaje la Virgen también dice: “Diles a todos que pidan al Padre Eterno para que detenga su ira. Que detenga los astros con su ejército de ángeles. Decid a menudo: «Padre Eterno, por tu inmenso poder, ten misericordia de todos los habitantes de la Tierra».[5].
En el Escorial hubo varios mensajes del Arcángel San Miguel que leemos a continuación:
Arcángel San Miguel:
Soy el arcángel san Miguel. Si los hombres no cambian y dejan de ofender a Dios, habrá manifestaciones que causarán terror a los habitantes de la Tierra; se oirán grandes sonidos en el aire; habrá toda clase de temblores; las casas volarán por los aires; muchos cuerpos volarán y la piel se desprenderá de su cuerpo. Todos los ojos lo verán y aún muchos no lo creerán. Así de endurecidos están los corazones de los humanos. Haced penitencia y haced oración. Acercaos a la Eucaristía; confesad vuestras culpas. Pedid al Padre Eterno.
Apresuraos a escuchar mis palabras, que el tiempo se aproxima.
Pedid por los que no rezan y haced penitencia por los que no la hacen. [6]
Arcángel San Miguel:
Recibe este mensaje. Éste es el último mensaje que daré a los humanos. Pero di a todos que todos esos mensajes que he dado serán cumplidos desde el primero hasta el último, y que la ira de Dios Padre se derramará sobre la Humanidad, sobre los hipócritas, los farsantes de mi Iglesia, los impuros. Tú, hija mía, cumple con todo lo que yo te he explicado; publica todo lo que has visto, todo lo que te he enseñado, y di a todos que enmienden sus vidas, que cumplan con los mandamientos de la Ley de Dios. Me manifestaré muchas veces a ti; pero no te daré más mensajes para la Humanidad; sólo te digo que todo lo que te he manifestado será cumplido.
Que hagan oración, penitencia y amen al prójimo. Te sigo repitiendo, hija mía, que fuera de mi Iglesia, de la Iglesia de Cristo, no hay salvación. Todo lo dejé escrito en la ley de mis Evangelios. Hija mía, no tengas miedo y sigue repitiéndolo, que sin Cristo no hay salvación. Di a todos mis apóstoles, hija mía, que sigan haciendo esa obra tan bonita, me agrada mucho. Tendrán muchos impedimentos, hija mía, por los mismos que se llaman hijos de Dios. Tendrán persecución, pero que sigan adelante, como a mis discípulos también los persiguieron; pero vale la pena hacer apostolado y recibir la recompensa eterna.
Y tú, hija mía, sé humilde, la humildad es lo que más me gusta. Sé humilde y ofrece todo por la salvación de mi Iglesia, hija mía.
Adiós; os doy a todos mi santa bendición. Sed humildes, hijos míos, sed humildes. [7]
Oración a los Ángeles Custodios
Ángel santo de la guarda,
compañero de mi vida,
tú que nunca me abandonas,
ni de noche ni de día.
Aunque espíritu invisible,
sé que te hallas a mi lado,
escuchas mis oraciones
y cuentas todos mis pasos.
En las sombras de la noche,
me defiendes del demonio,
tendiendo sobre mi pecho
tus alas de nácar y oro.
Ángel de Dios, que yo escuche
tu mensaje y que lo siga,
que vaya siempre contigo
hacia Dios, que me lo envía.
Testigo de lo invisible,
presencia del cielo amiga,
gracias por tu fiel custodia,
gracias por tu compañía.
En presencia de los ángeles,
suba al cielo nuestro canto:
gloria al Padre, gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo. Amén.
Referencia:
- JUAN PABLO II, Audiencia general30-VII-1986.
- Ex23, 20-23.
- Mensaje del día 6 de agosto de 1983
- VÁZQUEZ DE PRADA, El fundador del Opus Dei, Rialp, Madrid 1983, p. 121.
- Mensaje del día 26 de marzo de 1982
- Mensaje del 19 de marzo de 1982
- Mensaje del 16 de abril de 1982