Mensaje del día 13 de noviembre de 1980, jueves
San Lorenzo de El Escorial
Por la tarde, se encuentra Luz Amparo en la casa donde ejercía su trabajo, como empleada doméstica, para el matrimonio de Miguel y Julia. Cuando se dispone a colocar la ropa planchada en un armario, escucha una voz clara y fuerte, que hace eco en la habitación.
El Señor:
Sigue rezando, hija mía. Reza por la paz del mundo y por la conversión de los pecadores; que el mundo está en un gran peligro.
Sigue rezando, hija mía. Reza por la paz del mundo y por la conversión de los pecadores; que el mundo está en un gran peligro.
Luz Amparo asustada sale de la casa y se encuentra con Marcos, conserje del edificio, a quien le comenta, entre lágrimas, lo sucedido. Enteradas del hecho otras personas cercanas a ella, acuden a la vivienda mencionada y, al cabo de un rato, se marchan. Luz Amparo se queda; más tarde, escucha, de nuevo, la misma voz, que resuena potente y amable a la vez. Esto sucede en presencia de Beatriz, de siete años y segunda de los hijos del citado matrimonio de Miguel y Julia; Luz Amparo toma de la mano a la niña, para sentirse acompañada en esos desconcertantes momentos.
El Señor:
Hija, no tengas miedo.
Hija, no tengas miedo.
Al mismo tiempo, Luz Amparo ve iluminarse la habitación con destellos de varios colores, predominando el azul. También se forma como una nube de luz más intensa y, en medio de esa luminosa nube, aparece un varón con barba, cabello largo, ojos verdes…, y de extraordinaria belleza.
Luz Amparo:
¿Es mi padre?, ¿es mi padre?
¿Es mi padre?, ¿es mi padre?
El Señor:
Sí, hija, soy tu Padre celestial. En esta casa no hay nada de embrujamiento.
Sí, hija, soy tu Padre celestial. En esta casa no hay nada de embrujamiento.
Reza por la paz del mundo y por la conversión de los pecadores. Amaos los unos a los otros. Vas a recibir pruebas de dolor.
Mensaje del día 15 de noviembre de 1980, sábado
San Lorenzo de El Escorial
A media mañana, Luz Amparo contempla, en medio de un gran resplandor, a Jesucristo crucificado, que sangra por frente, costado, rodillas, pies y manos; el cabello aparece enmarañado, sucio; cubierto de llagas el cuerpo, todo él ensangrentado; el ojo derecho hinchado, amoratado... Enseguida, empieza a sangrar también ella por la frente y las manos.
Luz Amparo:
Pero, ¿qué es esto, Dios mío?
Pero, ¿qué es esto, Dios mío?
Irresistibles dolores la hacen pensar que va a morir.
El Señor:
Hija mía, esto es la Pasión de Cristo. Es una prueba. La tienes que pasar entera.
Hija mía, esto es la Pasión de Cristo. Es una prueba. La tienes que pasar entera.
Luz Amparo:
¡Yo no lo resisto!
¡Yo no lo resisto!
El Señor:
Si tú, en unos segundos, no lo resistes, ¿cuánto pasaría yo, horas enteras en la Cruz, muriendo por los mismos que me estaban crucificando? Puedes salvar muchas almas con tus dolores. Por cada dolor tuyo se salvan trescientas almas... ¿Lo aceptas, hija mía?
Si tú, en unos segundos, no lo resistes, ¿cuánto pasaría yo, horas enteras en la Cruz, muriendo por los mismos que me estaban crucificando? Puedes salvar muchas almas con tus dolores. Por cada dolor tuyo se salvan trescientas almas... ¿Lo aceptas, hija mía?
Luz Amparo:
No sé, Señor..., con tu ayuda lo soportaré.
No sé, Señor..., con tu ayuda lo soportaré.
Mensaje del día 23 de noviembre de 1980, domingo
Festividad: Jesucristo, Rey del Universo
San Lorenzo de El Escorial
El Señor:
El que teme a Dios tendrá su recompensa en el Cielo. El que le desprecia y le blasfema no entrará en el Reino de los Cielos.
El que teme a Dios tendrá su recompensa en el Cielo. El que le desprecia y le blasfema no entrará en el Reino de los Cielos.
Dios siembra la semilla en los corazones, pero sucede que la mayoría de los corazones, llenos de abrojos, no dejan crecer la semilla; más les valiera no haber nacido, porque a ellos les estoy dando muchas oportunidades de salvarse. Cuando llegue el momento terrible, no habrá lamentos, no tendré oídos para escucharlos. El tiempo está muy cerca, no cerréis vuestros oídos. Dichosos los que se arrepientan, pues ellos podrán entrar en el Reino de Dios; porque Dios lo puede todo, y en un segundo puede arrojar al fondo del Infierno al blasfemo, al impuro, al incrédulo, a los hipócritas…
Yo estoy dando pruebas para que se salven, que pidan a Dios, que es su Padre Celestial. Yo di mi vida para redimirlos a todos, y que no sean tan ingratos. Diles que Dios, con su gran poder, puede iluminar la Tierra y hacer arder en ella a toda la gente impura, blasfema, sacrílega... Diles que Dios persigue a aquéllos que publiquen doctrinas falsas. Diles que practiquen la doctrina cristiana, y que el sacerdote o religioso que haga votos de pobreza, de castidad y de obediencia cumpla con esos votos y, si no, luego vendré yo y rendirán cuentas.
Hija mía, reza mucho por la paz de España y de todo el mundo; haz muchos sacrificios y pide a todos que lo hagan; pide que no ultrajen el Divino Corazón de Jesús, y que pidan por intercesión de mi divina y purísima Madre, que tiene el Corazón traspasado por tantas ofensas hechas a su Hijo.
Que recen todos los días el santo Rosario por la paz del mundo y que hagan muchos sacrificios.