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Preparemos nuestro corazón para la inminente llegada de nuestro Salvador

El Niño Dios, según dice Santa Teresa de Jesús, ‘desea recostarse en tu pobreza y debilidad humildemente reconocidas’; todas las personas comparten la pobreza y la debilidad humanas, pero no todas las reconocen, lo que parece incapacitarlas para acoger al Señor que llega en la debilidad de nuestra carne y en la pobreza que rodeó su nacimiento.

Son muy propios estos disimulos, palabras y sonrisas huecas, que denuncia Santa Teresa de Jesús, ante unas fiestas muy arraigadas en el pueblo cristiano, pero poco interiorizadas en el verdadero espíritu de lo que aconteció. Contemplando el Belén, que encontraremos en tantos lugares, podremos escrutar el propio corazón para saber cómo acogemos al Niño Jesús, cómo lo amamos y cómo se lo enseñamos a hacer a los demás, pues estamos ante un acontecimiento humano, que la Sagrada Liturgia nos renueva y que nos permite vivirlo en la Fe con total frescura y actualidad.

Una de las misiones que tenemos cada uno, es intentar, hasta lograrlo, hacer felices a los otros: ¿Qué te parece si nos proponemos hacer feliz al Niño Jesús con palabras, gestos y actos de Amor en sus hermanos, con preferencia de los más pobres, desvalidos y abandonados?

Entonces, ¿cómo preparo yo mi corazón para acoger al Señor en esta Navidad?  El hecho de que venga pobre y débil nos debe hacer pensar que el Señor se hizo hombre para poder morir. Dios es espíritu y así no podía ni morir ni cumplir las profecías del Siervo de Yahveh​. Haciéndose hombre pudo morir, derramar su sangre y reconciliarnos con Dios Padre. Y María, su Madre, es el templo en que Dios se casa con la humanidad para sanarla y curarla.  ¡Qué gran misterio!  Dios hecho hombre; el creador se torna creatura sin dejar de ser Dios. El poderoso aparece pobre, débil y necesitado de ser tomado en brazos. Aprende a orar, a hablar, a trabajar, sometiéndose a la ley universal del trabajo, a andar. En todo igual a nosotros menos en el pecado.

Qué maravilla ver al Señor como Siervo; al Santo llevando nuestros pecados en su carne, para darles muerte; al Adorador del Padre aprendiendo a orar... ¿pero cómo podemos alegrar ese Corazón de Dios? haciendo obras de amor  con los necesitados.

La Obra de Prado Nuevo está centrada en su vocación contemplativa y activa. Orando cada día desde el prado de las Apariciones y ayudando de forma concreta a «cada hermano y hermana», y en todas las necesidades que se presentan. Y colaborando con la Iglesia en su labor de Evangelización.

Con el punto de partida en la urgente llamada realizada por el Santo Padre en este Adviento de «Encontrar a Jesús que viene en cada hermano y hermana» y de la séptima Jornada Mundial de los Pobres, en comunión con la Iglesia universal y, en particular, en el seno de la Archidiócesis de Madrid, impulsamos acciones para responder a las necesidades más urgentes de manutención y vestido de niños y familias en situación de vulnerabilidad y exclusión social.

También somos muy conscientes de la «la situación es grave», tanto en Israel y Palestina como en Ucrania. El Papa nos pide oración, buscando recorrer valientes caminos de paz. Cada día en Prado Nuevo se reza un rosario que se emite en directo desde nuestro canal de Youtube «Prado Nuevo, canal Oficial».

El Papa también nos pide «testimonio de nuestra vida». Ante una sociedad que cada vez aleja más su mirada de Dios, debemos ser faros de luz, testimonio de una vida cristiana verdadera. Nuestra Madre la Virgen María nos dijo: «Orad sin cesar; estos tiempos son graves. Amad a la Iglesia, hijas mías, con todo vuestro corazón y aprended la doctrina para explicársela a los hombres*

*(La Virgen 4 de agosto de 1990)

 

 

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