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Una Comunidad Familiar con la esencia primera y llamada a hacer realidad la Obra de la Virgen en Prado Nuevo

El 20 de enero de 1990, se constituía la Comunidad Familiar de Prado Nuevo. Las apariciones de la Virgen en El Escorial generaron una llamada personal y comunitaria a muchos que habían visto y oido, y a otros que han conocido mucho después y han querido unirse para trabajar y hacer realidad el mensaje de María.

A la realidad sobrenatural que comenzó meses antes de aquel 14 de junio de 1981, fecha de la primera aparición de la Virgen, responde una realidad humana. La que fundó e inició Luz Amparo Cuevas; la que representa la Asociación Pública de Fieles “Reparadores de Nuestra Señora de los Dolores”. Y, en ella, tres realidades que responden a tres maneras de vivir el mensaje de la Virgen: Hermanas Reparadoras, Comunidad Vocacional -formada por sacerdotes y consagrados- y Comunidad Familiar.

La Virgen pidió también esta Comunidad Familiar en sus mensajes. Y esta comunidad de familias asume su nacimiento como llamada o vocación a llevar a cabo el mensaje de la Virgen en distintos ámbitos: el cristiano, llamados desde un inicio a una vida comunitaria, al estilo de las primeras comunidades de Jerusalén; el evangélico, llamados a trabajar y hacer realidad una labor social de misericordia -las Obras de Amor y Misericordia-, vinculada a los ancianos de la sociedad, sin familia y sin recursos, a través de la propia Fundación Benéfica Virgen de los Dolores; y el espiritual, de apostolado.

La experiencia de sus miembros muestra que es la Virgen la que cambia la perspectiva y la aspiración personal y familiar de los matrimonios para comenzar a formar parte de algo mucho más grande que el propio entorno doméstico. Y para soñar con algo mucho más grande incluso que su santidad personal y familiar. Es el carisma mariano el que marca su día a día. Para compartir, para entregarse y para rezar juntos.

El sello de la Virgen

Esta apertura a la creación de comunidades lleva desde el inicio el sello de la Virgen. Ella resumió la espiritualidad de la Obra de Prado Nuevo en su mensaje del 6 de junio de 1992 a Luz Amparo Cuevas: “Humildad. Unión, amor y paz. Y quiero que se extienda por todas las partes del mundo. La Paz, el amor entre los hombres y la unidad es muy importante, hija mía”. “La Paz, el amor y la unidad es muy importante”.

La vida de la Comunidad Familiar se revitaliza cada día en torno al fresno de las apariciones. Desde el primero hasta el último día del año. Se alimenta en torno a la mesa. De la Eucaristía y de los alimentos en común. Y en cada gesto, cada momento, cada actividad y cada celebración compartida.

La riqueza de la Comunidad Familiar es la riqueza de la sociedad y de la Iglesia. Las distintas historias personales y familiares han encontrado en la Obra de Prado Nuevo el sentido a una vida de entrega entre sus miembros y a la sociedad. A quienes más necesitan de su ayuda y de su oración. De Prado Nuevo al mundo. Porque el mensaje y la Obra de la Virgen no tienen fronteras.