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En la Solemnidad de Jesucristo Rey

 

Mensaje del 23 de noviembre de 1980

«Dios siembra la semilla en los corazones, pero sucede que la mayoría de los corazones, llenos de abrojos, no dejan crecer la semilla»

Es el primer mensaje recogido en el tomo 1º de ¿Continúa Dios manifestándose a los humildes?, serie de cinco libritos que se editaron en los primeros años de los mensajes de Prado Nuevo. La fecha es un día posterior a la que aparece señalada en ese primer tomo. La modificación se ha realizado tras consultar a los testigos primeros de estos hechos, quienes aseguran ser incorrecta esa datación del día 22 de noviembre. La causa de tal error, brevemente expuesta, es la siguiente: en los inicios de estas revelaciones particulares, todo resultaba novedoso para los primeros testigos recién convertidos; al recordar este mensaje, lo asociaron a la cercana memoria de santa Cecilia (día 22), cuyo nombre y fiesta les resultaba más familiar por tratarse de la patrona de la Música, y regentar Miguel y Julia (matrimonio para quienes trabajaba por entonces Luz  Amparo como empleada de hogar) una tienda de pianos en Madrid. Tampoco supieron entonces que el día exacto del mensaje —23 de noviembre, domingo— coincidía con la solemnidad de Jesucristo Rey, por  falta de conocimiento de las fiestas litúrgicas en aquella etapa.

En el comienzo, dice este mensaje:

«El que teme a Dios tendrá su recompensa en el Cielo. El que le desprecia y le blasfema no entrará en el Reino de los Cielos».

Palabras profundas, que nos recuerdan las que aparecen en diferentes pasajes de la Sagrada Escritura y que nos hablan del «temor de Yahvé (Dios)». En el Éxodo, p. ej., Moisés exhorta al pueblo de Dios: «No temáis, pues Dios ha venido para poneros a prueba, para que su temor esté ante vuestros ojos, y no  pequéis» (Ex 20, 20). En el libro del Eclesiástico está escrito: «Principio de la sabiduría es el temor del Señor» (Si 1, 14); y en los Proverbios aparece como fruto de la humildad: «Premio de la humildad, el  temor de Yahvé» (Pr 22, 4).

El temor de Dios es uno de los dones del Espíritu Santo y significa respeto a sus mandamientos y temor de ofenderle; al mismo tiempo, su presencia en el alma aleja del mal y mueve el corazón hacia el bien.

La otra frase del mensaje —«El que le desprecia y le blasfema no entrará en el Reino de los Cielos»— nos advierte del destino de aquellas almas que se apartan de Dios y rechazan reconciliarse con Él. No aceptan la Gracia y, en consecuencia, no entrarán en la gloria de los bienaventurados, si permanecen en ese estado hasta el fin de su existencia terrena. Enseña el Catecismo de la Iglesia Católica:

«Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu Santo no será perdonada” (Mt 12, 31; cf. Mc 3, 29; Lc 12, 10). No hay límites a la misericordia de Dios, pero quien se niega deliberadamente a acoger la misericordia de Dios mediante el arrepentimiento rechaza el perdón de sus pecados y la salvación ofrecida por el Espíritu Santo. Semejante endurecimiento puede conducir a la condenación final y a la perdición eterna» (nº 1864).

Las palabras siguientes son lamentos del Señor ante la falta de respuesta de los hombres que no abren su corazón a la gracia divina: «Dios siembra la semilla en los corazones, pero sucede que la mayoría de los corazones, llenos de abrojos, no dejan crecer la semilla» (cf. Lc 8, 5-15: parábola del sembrador). Pide también que se practique la doctrina cristiana, «y que el sacerdote o religioso que haga votos de pobreza, de castidad y de obediencia, cumpla con esos votos». Que se rece por la paz de España y de todo el mundo; «que no ultrajen el Divino Corazón de Jesús y que pidan por intercesión de mi divina y purísima Madre, que tiene el Corazón traspasado de dolor por tantas ofensas hechas a su Hijo». San Juan Pablo II, en diferentes ocasiones, confirmó esta verdad de la mediación de la Virgen: «Junto con el Corazón misericordioso de Cristo —enseñaba en una ocasión— veneramos el Corazón Inmaculado de María Santísima, mediadora de gracia y de salvación» (Ángelus, 23-6-2002).

 

(Revista Prado Nuevo nº 6. Comentario a los mensajes) 

Historia de las Apariciones: 23 de noviembre de 1980 (parte I)

Historia de las Apariciones: 23 de noviembre de 1980 (parte II)

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