«Soy la Virgen Dolorosa. Quiero que se construya en este lugar una capilla en honor a mi nombre. Que se venga a meditar de cualquier parte del mundo la Pasión de mi Hijo, que está completamente olvidada. Si hacen lo que yo digo, habrá curaciones. Esta agua curará. Todo el que venga a rezar aquí diariamente el santo Rosario, será bendecido por mí. Muchos serán marcados con una cruz en la frente. Haced penitencia. Haced oración».
Se cumplen 36 años desde que la Virgen María se sirvió de Luz Amparo para transmitirnos este sencillo y, a la vez, profundo mensaje. Una mujer humilde —para «confundir a los poderosos», conforme a la Palabra de Dios (cf. 1 Pe 5, 5; Sant 4, 6; Lc 1, 52)—, en unas proféticas palabras, que se vieron actualizadas con el crecimiento y extensión —por los cinco continentes— del hecho religioso de Prado Nuevo. No fueron pocos los que desconfiaron de «una señora a la que dicen que se le aparece la Virgen», nacida en una aldea de Albacete (Pesebre), madre de siete hijos, que no sabía leer ni escribir y que carecía de formación teológica o doctrinal.
De un comienzo nada fácil a un desarrollo vertiginoso
La humildad y sencillez del instrumento —como tantas veces en la historia de la Iglesia— fue prueba determinante acerca de la veracidad de las
manifestaciones de la Virgen… Los recelos y desconfianzas de propios y extraños, las críticas de sus mismos vecinos o la incredulidad de los atónitos espectadores —que empezaban a conocer por la televisión estos extraordinarios fenómenos— dieron un vuelco a estos hechos, pasando así a un incremento de los primeros grupos de fieles procedentes de San Lorenzo de El Escorial y de El Escorial, a sacerdotes y religiosos, impactados por el contenido de los mensajes, o a los primeros autobuses desde Madrid y su provincia, que acudían a la fresneda de El Escorial a conocer de primera mano lo que estaba ocurriendo. Las dificultades no dejaron de presentarse, pero la afluencia comenzó a ser imparable: la Virgen de El Escorial empezó a conocerse por todas las provincias y saltó las fronteras hacia los países más cercanos como Portugal o Francia, y naciones tan alejadas como México u otros países de Hispanoamérica. Desinteresadamente, un gran número de personas daban un «paso al frente» y se ofrecían para organizar los autobuses procedentes de sus propios lugares de origen. En muchas ocasiones, adelantaban el importe del viaje para pagar el autobús, fiándose de la Providencia y facilitando que más personas pudieran beneficiarse de las gracias recibidas «en la Pradera». Ni la lluvia, ni el frío, ni el viento, ni las altas temperaturas pudieron detener esa «primavera» de fieles peregrinos que se congregaban atendiendo a la llamada de la Virgen. Los mensajes procedentes del Cielo se extendieron por todos los rincones de la Tierra.
La nota, el desconcierto y… los frutos
Por entonces, el Arzobispado de Madrid emitió una nota en 1985 utilizando una fórmula habitual —«no consta del carácter sobrenatural»— para indicar que, de momento, no se podía demostrar la sobrenaturalidad de los hechos, por lo que se requería más tiempo… Los medios de comunicación, en general, han sido generalmente reacios a este tipo de manifestaciones de la Virgen, y con Prado Nuevo no hicieron una excepción. El desconocimiento de la prudencia habitual de la Iglesia, en estos casos, les llevó a pensar que la nota eclesial suponía una censura sobre «las apariciones», y así lo transmitieron a sus lectores y espectadores u oyentes; así transmitida la noticia generó un profundo desconcierto entre los peregrinos, los seguidores del hecho religioso de Prado Nuevo y los curiosos que se acercaban a conocer lo acontecido a «aquella mujer». Nuevamente, otro 14 de junio, pero esta vez del año 1994, el Cielo quiso despejar las dudas y se valió del entonces Cardenal de Madrid, D. Ángel Suquía, quien erigió la Asociación Pública de Fieles «Reparadores de Ntra. Sra. la Virgen de los Dolores». El reconocimiento canónico del «modo de vida» de los Reparadores de la Virgen de los Dolores, en sus tres ramas, eliminaba toda
sospecha y apaciguaba las críticas de los medios de comunicación, dejando florecer con generosidad los frutos de la Virgen.
La perseverancia de los peregrinos
Las riadas de curiosos asistentes a El Escorial, en los inicios, han dado paso a unas peregrinaciones más maduras y estructuradas, centradas en el rezo del Rosario, la santa Misa y la recepción del sacramento de la Reconciliación. Miles de fieles acuden regular y perseverantemente a solicitar favores de nuestra Madre del Cielo, a darle gracias por las «gracias» recibidas en este lugar y a adquirir el «temple para ir al templo», en expresión de Luz Amparo. No cabe duda que el conocimiento de Prado Nuevo ha acercado a la Iglesia a multitud de fieles; no pocos grupos peregrinan una vez al mes o cuando pueden a El Escorial, y regularmente colaboran personal, material y económicamente con su parroquia, porque así lo han aprendido en este lugar de gracias. Esa paz que siente todo aquel que pisa Prado Nuevo le ayuda a perseverar en SU asistencia, ya que de ese modo «cargan las pilas» para afrontar los retos y dificultades del día a día… La Virgen María pone siempre los medios para que sus hijos no se aparten del camino del Evangelio.²
Comentarios (1)
abel castro iglesias says:
19 agosto, 2018 at 4:18 pmGracias Dios por enviarnos a la Virgen Maria los que la vieron nos cuentan de estar ya en el cielo y lloran muchas veces su partida.Españoles Dios manda sus avisos no cerremos el corazon.