HISTORIA DE LAS APARICIONES (33)
Aprobación eclesial como «agua de mayo»
Aunque ya hicimos una reseña en alguna entrega anterior, no podemos dejar de mencionar un acontecimiento relevante y muy positivo que se produjo por estas fechas —en medio de la persecución más virulenta—, como signo de la bendición de Dios, que no abandonaba a los fieles seguidores de las apariciones. Vino de la mano de la Jerarquía, concretamente del entonces Cardenal Arzobispo de Madrid, D. Ángel Suquía: el 14 de junio de 1994, erigía en sendos documentos la Asociación Pública de Fieles «Reparadores de la Virgen de los Dolores» y la Fundación Pía Autónoma «Virgen de los Dolores», reconociendo a Luz Amparo como Fundadora de ambas entidades. Estas aprobaciones eclesiales se recibieron como «agua de mayo» en aquellos duros momentos.
Otros hechos significativos
El 1 de octubre de 1994, primer sábado, pasará a la historia como uno de los de mayor afluencia de peregrinos por aquellos años convulsos, en contraste con el escaso apoyo al alcalde y su causa. Al día siguiente, Eva Palacios, cronista de ABC (Madrid), reconoce:
El alcalde solo reunió a cien personas contra los 24.000 fieles de Prado Nuevo
La policía retuvo a una mujer por acceder al árbol de las apariciones
El Escorial. Eva Palacios
Más de 24.000 fieles acudieron ayer a la finca de una antigua central lechera a rezar a la Virgen de los Dolores. Mientras, junto a la «valla de la vergüenza» que colocó el alcalde socialista rodeando el árbol donde dicen que se aparece la Virgen, sólo cien personas se concentraron para protestar por la presencia de esos fieles. Curiosamente, el delegado del gobierno sólo concedió permiso para concentrarse a ese centenar de personas.
La alianza tripartita
En este período, estrechamente unido al Alcalde y al administrador de Prado Nuevo, Sr. Leyún, se encontraba el párroco de El Escorial, D. Pablo Camacho, quien había incendiado aún más en sus homilías contra los virginianos y «esa Virgen melenuda», como la calificaba.
Esto desde el púlpito… Y desde la sombra, azuzaba y estimulaba las radicales acciones de Gesto por la libertad. Posteriormente, lo reconoció con sinceridad —en conversación privada— al antiguo colaborador del periódico regional Sierra de Madrid y autor del libro Prado Nuevo. Treinta años de historia en la pluma de un testigo directo, Neftalí Hernández: «Debo confesarle, amigo Neftalí, que era yo quien instigaba toda aquella estrategia de acoso y persecución que luego ellos (los movilizados de “Gesto…”) ponían en práctica».
Llegó el temido —ante lo inesperado— 1995, año de elecciones municipales. Trajo, sí, sorpresas, pero de un signo que nadie había podido imaginar. Aquel año terminaría siendo fatídico para esta tripartita y bien armada «alianza». Por aquellos meses, se produjeron tres misteriosas «coincidencias» que torcieron sus planes. En efecto, fue el periodo en el que se frustró tan evidente conspiración local para hacer desaparecer el movimiento religioso de Prado Nuevo. En primer lugar, y contra todo pronóstico, cae el alcalde, Mariano Rodríguez, por un supuesto idilio amoroso que saltó incluso a la prensa; relacionado con este affaire, dos individuos le propinan una paliza y ha de ser hospitalizado. Cae también, como consecuencia, su gobierno municipal. Y la Federación Socialista Madrileña (FSM) decide prescindir de él y propone a otro candidato para las inminentes elecciones municipales, Juan Manuel Aceña. Los medios de estos días empiezan a hablar del «culebrón» de El Escorial.
Por otra parte, debido a problemas de salud y por decisión de Arzobispado, es trasladado del lugar el cura párroco, D. Pablo Camacho… A lo que se suma el fallecimiento, como víctima de un accidente de coche, del administrador de la finca de Prado Nuevo, D. Tomás Leyún. La sorpresa es mayúscula. Quienes, desde luego, no salen de su asombro son, precisamente, los «virginianos».
Cambio de gobierno municipal y de destino del Párroco
Llegaron las elecciones del 28 de mayo de 1995. La candidatura socialista, como temían los propios promotores por los recientes acontecimientos, sufre un descalabro electoral, y el Partido Popular gana las elecciones en El Escorial. El nuevo alcalde, Javier de Miguel, asegura días después que cumplirá la promesa de su partido de retirar la llamada «valla de la vergüenza», a pesar de la tenacidad de la oposición PSOE-IU, quienes defienden que la polémica valla se mantenga para impedir el acceso a Prado Nuevo.
Entretanto, hay un intercambio de comunicaciones entre el todavía párroco de El Escorial, D. Pablo, y D. Antonio, el Vicario de la Zona. Este último le escribe como conclusión: «Querido Pablo: te comunico que en el Consejo episcopal de esta mañana, presidido por el Sr. Arzobispo, se ha elegido y nombrado párroco de la de San Bernabé de El Escorial a D. Florentino de Andrés Jalvo». El 8 de junio de 1995, el periódico regional Sierra de Madrid informa: «El padre Florentino es, desde el 31 de mayo, el párroco de El Escorial». Paralelamente, en un acto convocado por Gesto por la libertad, ese mismo día, ante un auditorio de trescientas personas, prensa y televisión incluidas, en la Casa de la Cultura del pueblo, D. Pablo —dolido y enfadado— se explaya… Allí proclamó con gran potencia y verbo fácil, todas sus «verdades», en medio de los aplausos del público asistente.