Testimonio de un peregrino francés. Y mi corazón se quedó en El Escorial
Lo primero que debo sinceramente resaltar es la paz que sentí al pisar Prado Nuevo. Esa sensación permaneció en mi interior durante el rezo del Santo Rosario y al escuchar el mensaje. Esta paz y alegría intensas me acompañaron de regreso a Francia y durante varios días. Pasado un tiempo, empecé a sentir que algo faltaba en mi vida, y regresé.
Todo empezó para mí cuando unos amigos me hablaron de El Escorial; también calló en mis manos una revista conocida en Francia con el nombre de Chrétiens Magazine, donde leí un artículo sobre Prado Nuevo escrito por el Padre René Laurentin (mariólogo especialista en apariciones).
Así me enteré de que había unas personas que organizaban peregrinaciones los primeros sábados de mes a El Escorial. Mis padres y yo nos interesamos por estas peregrinaciones y decidimos ir allá en el mes de julio de 1996. Llegado el momento, mis padres no podían ir en esas fechas, así que me inscribí yo en esa peregrinación y viajé hasta España, llevando las intenciones y peticiones de mis padres, que presenté a la Virgen ante el árbol de las apariciones.
Me llamo Romualdo y soy francés
Por cierto, no me he presentado. Me llamo Romualdo, soy francés, tengo 41 años. En aquel tiempo vivía con mis padres en Pau, cerca de Lourdes.
He ido a Lourdes en varias ocasiones, a la Cité Saint Pierre, albergue de Cáritas de Francia, donde los peregrinos sin medios de todas las partes del mundo pueden alojarse dignamente en un paraje natural inmejorable, al pie del monte Béout, y desde allí acercarse hasta la Gruta de Massabielle, donde la Virgen se apareció a Bernadette Soubirous en 1858.
Esta experiencia fue para mí un descubrimiento de los demás, de personas de toda edad y condición social; un salir de mí mismo para descubrir la riqueza de la Iglesia. Pero, la Santísima Virgen no me llamaba a permanecer en Lourdes.
Por aquel entonces, yo le pedía a la Virgen que me llevara a un lugar donde se manifestara.
Volvemos a mi primera peregrinación a Prado Nuevo, en el mes de julio de 1996. Como ya he recordado, mis padres no pudieron viajar en aquella ocasión, y me encomendaron presentar al pie del fresno de las apariciones todas las intenciones de mi familia.
Peregrinación a Prado Nuevo
Salimos de Bayona en autocar. Lo que más me marcó durante la peregrinación fue el ambiente fraternal que reinaba entre todos nosotros, como si nos conociéramos de toda la vida: una confianza y una cercanía que no había experimentado antes de forma tan intensa e inmediata.
También quiero resaltar la paz que sentí al pisar Prado Nuevo, experiencia que es común sentir entre los que visitan este bendito lugar. Sensación que permaneció en mi interior durante el rezo del Santo Rosario y al escuchar el mensaje por la megafonía, aunque por aquel entonces no entendía nada de español. Esta paz y alegría intensas me acompañaron de regreso a Francia y durante varios días. Pasado un tiempo, empecé a sentir que algo faltaba en mi vida.
A lo largo de la peregrinación, los responsables nos hablaron sobre la Obra de la Virgen de los Dolores de El Escorial. Visitamos la Residencia de Torralba del Moral, que en aquellos tiempos se hallaba en construcción. Estando nosotros allí, y a pesar de que nos dijeron que no era posible que Luz Amparo viniera a vernos, como en principio estaba previsto, finalmente acudió y fue la primera vez que pude hablar con ella en privado. Sus palabras no me dejaron indiferente en absoluto, pues me mostraron el amor de Dios y la belleza de la Obra que El Señor y la Virgen habían pedido en El Escorial. Lo que hablamos queda entre Dios y un servidor. Todo esto es la causa de la alegría que me permaneció en mi corazón por una temporada.
El vacío que luego experimenté, descubrí más tarde que se debía a la necesidad que había surgido en mi alma y en mi corazón de volver a El Escorial, y de algún modo integrarme en la Obra que acababa de conocer. La situación llegó al punto de comunicar a mis padres que mi corazón se había quedado en El Escorial.
Y decidí integrarme
Así que, ni corto ni perezoso, contacté con el responsable de las peregrinaciones, para que me pusiese en contacto con El Escorial, pues deseaba integrarme en este movimiento. Había nacido en mí la convicción de que esta Obra era de Dios, de que Luz Amparo era un instrumento de Dios, como lo fue santa Bernardita en Lourdes. Di este paso con la ayuda del Señor, que al final es el que lo hace todo; yo me limité a seguir lo que creí era Su Voluntad. Así que me fui a El Escoria, sin conocer a nadie y sin saber ni una palabra del idioma. Fiado en Dios, me metí en la batalla: nada me arredró ni me echó para atrás. El Señor me allanó el camino. Cuando hablé con uno de los responsables de las peregrinaciones de Francia, él mismo se ofreció a llevarme en su coche antes del primer sábado de septiembre con todo mi equipaje. Y así fue como el primer sábado de septiembre de 1996, ingresé en la Comunidad Vocacional de la Obra de El Escorial.
Para mí, cada mañana es un nuevo día, una nueva vida desde la Eucaristía, la confesión regular, la oración y el trabajo cotidiano. Cuando nos damos a Dios, encontramos la alegría, pues Él nos ama sin condiciones, con todos nuestros defectos y miserias. Termino poniendo mi vida, una vez más, en manos de María, a quien pido que también os bendiga y guarde siempre.
Romualdo Henon
(Revista Prado Nuevo nº 9. Testimonios)
Comments(2)
Pedro Jesús says:
14 noviembre, 2016 at 11:54 pmHoy he ido por primera vez, a Prado Nuevo, y ha sido muy impactante, yo nací un viernes 13 de Dolores, y he sentido que cerraba un ciclo con esta visita.
Gracias Romualdo por tus palabras de sabiduría, y de amor, ya rezaremos otro día el “Rosario” hoy “fue imposible”
Un fuerte abrazo!!!
Maria José says:
16 septiembre, 2017 at 10:53 pmMuchísimas gracias por el tiempo que me dedicó ayer, 15 septiembre. Fue tremendamente enriquecedor. Unas palabras llenas de sabiduría, salidas del corazón. Solamente alguien que ha sentido el amor de Dios y de nuestra grandisima Madre puede hablar como usted lo.hizo ayer.
Gracias por escuchar a la Stma.virgen el.dia que le llamó y le llevó desde Francia a El Escorial. usted se ha convertido en la llave, en el instrumento para entrar en millones de almas desconsoladas que acuden a diario en busca de paz, amor y misericordia. Un apostolado muy necesario en estos tiempos, sin lugar a duda la stma.virgen nos guía y nos pone dónde realmente nos necesita.
Q la divina misericordia le proteja, le guíe y la stma.virgen le bendiga por siempre.
Nos veremos sin.duda otro sábado.
(Una alma q se enamoró de la stma.virgen en 1985.
Gracias madre por poner el escorial en mi vida cuando tan sólo tenía 11años Te amo!!!!)
Mjs