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San Juan de la Cruz, doctor de la Iglesia (14 de diciembre)

San Juan de la Cruz.  Su fiesta es el día 14 de diciembre

Traemos hoy a uno de los santos y místicos más grandes del calendario cristiano. Su estrecha unión con la santa reformadora santa Teresa de Jesús, cuyo V Centenario estamos celebrando, y que Luz Amparo lo propusiera como modelo de santidad, nos ha movido a hacerle un hueco en nuestras páginas.

 

Por el año 1529 se casa Gonzalo de Yepes con Catalina Álvarez. Fueron bendecidos con tres hijos: Francisco, Luis y nuestro protagonista, el ínclito y dulce san Juan de la Cruz. Nace en Fontiveros (Ávila), el año 1542. Luis muere muy pronto; Francisco será terciario carmelita y llevará una vida ejemplar.

Imágen en la Nave “Ave María”, Prado Nuevo.

Primeros pasos

Jugando de muy niño cae en un pozo y «vio, estando dentro, a una Señora muy hermosa, que le pedía la mano alargándole la suya, y él no se la quería dar por no ensuciarla, y estando en esta ocasión, llegó un labrador con una ijada que llevaba, la lanzó y sacó fuera». Esta Señora ―sabrá después el niño― era la Virgen María del Carmen, que cuidaba ya de su persona, porque el día de mañana será carmelita y perfeccionará su Orden del Carmen.

Queda huérfano de padre, y se ve obligado a emigrar con su madre y hermano hacia tierras de Medina del Campo, en 1551. Asiste al Colegio, y dice su hermano Francisco de él: «Juan dióse tan buena maña a su estudio, ayudándole en él nuestro Señor, que aprovechó mucho en poco tiempo».

Su madre le coloca en varios trabajos manuales, con el fin de que gane algo para la marcha de la casa, pues hay escasez. Se distrae en el trabajo; se queda absorto. En cambio, le ponen como monaguillo, y lo hace a las mil maravillas. Los que le siguen de cerca ya han descubierto su futuro: vale mucho para los estudios, que se le dan muy bien, goza de una elevada inteligencia y excelente memoria, y también sirve para las cosas de la Iglesia… «Será un buen clérigo o fraile», dicen. Y no se engañaron.

Un día, ni corto ni perezoso, en 1563, cuando a la sazón contaba ya veintiún años se dirige al Convento de los Carmelitas de aquella villa de Medina, y ruega al padre prior, Ildefonso Ruiz, que lo acepte en su Orden, porque «quiere consagrarse a Dios en la vida religiosa en la Orden de los Hermanos de la Virgen María del Monte Carmelo». Así empieza su noviciado con el nombre de fray Juan de Santo Matías. En 1564, el Provincial, padre Ángel de Salazar, le recibe los votos religiosos, y pasa a estudiar al célebre Colegio de San Andrés de Salamanca. Aquí se entrega de lleno a la vida de oración, de observancia y de estudio. Es la admiración de todos. Si alguien habla algo menos correcto, o está faltando, al verle llegar, dicen: «Callad, que viene fray Juan».

 

Adhesión a la Reforma Descalza

A sus 25 años celebra, con gran fervor, su primera Misa. Con esta ocasión, va a Medina y tiene un providencial encuentro con la santa madre Teresa de Jesús, que acaba de fundar allí su segundo palomarcito de la Virgen María. La Santa de Ávila le habla de su reforma, y Juan de su deseo de mayor perfección. Ambos quedan encantados. Después, la Santa Madre dice a sus monjas: «Ya tengo fraile y medio para la Reforma», haciendo con gracia referencia a la corta estatura de Juan; el otro fraile, o fraile entero, era el prior de los carmelitas de Medina, fray Antonio de Heredia. Aquí empieza la nueva etapa de la vida del padre Juan de la Cruz, como se llamará ya para siempre. Entra a formar parte de la Reforma Descalza. Trabaja con ahínco para el Carmelo sea lo que debiera ser, y ahora se halla un alejado en algunos conventos. Es nombrado maestro de novicios, confesor de monjas, fundador de nuevos conventos, consejero provincial..

La noche del 3 de diciembre de 1577, Juan de la Cruz es apresado y trasladado al convento de frailes carmelitas de Toledo, donde le obligan a comparecer ante un tribunal de frailes calzados para retractarse de la Reforma teresiana. Ante su negativa, es recluido en una prisión conventual durante ocho meses. Hubo de sufrir mucho por los que no querían la Reforma, y por los mismos hijos que él ha formado, porque les llamó la atención cuando eran sus novicios. Los padres Diego Evangelista y Francisco Crisóstomo, entre otros, le harán cargar con la cruz que un día pidió al Señor.

Escribió obras inmortales: Cántico Espiritual, Subida al Monte Carmelo, Noche Oscura, Llama de Amor, Avisos, Poesías, Cautelas, Cartas… Es el «Doctor Místico».

Lleno de méritos muere en Úbeda, el 14 de diciembre de 1591.

 

(Revista Prado Nuevo. Testigos del Evangelio)

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