Aprovechando que hoy celebramos la memoria de san Juan Pablo II rescatamos un artículo en el que el arzobispo Mieczysław Mokrzycki, en una amplia entrevista, confía a los lectores una serie de detalles sobre la vida diaria del santo. “Yo veía lo que otros no podían”, asegura el secretario personal de Juan Pablo II.
5:00-5:30 am – despertar
Juan Pablo II se despertaba entre las 5:00 y 5:30 am. Normalmente le bastaban unas seis horas y media de sueño. “Se levantaba por sí solo. Tenía un despertador en su dormitorio, pero no recuerdo que lo usara excepto en una ocasión”, recuerda el arzobispo Mokrzycki.
Inmediatamente después de levantarse, el papa empezaba a rezar. “Luego se duchaba, siempre con agua fría, algo que aseguraba era más sano”, añade el antiguo secretario papal. A continuación, el Santo Padre se preparaba para ir a la capilla para la meditación y la Santa Misa.
7:00 am – Santa Misa
En la capilla, antes de la Misa, el Santo Padre solía sostener dos hojas de papel, una lista de empleados del Vaticano. Leía los nombres lentamente, rezaba y terminaba haciendo la señal de la cruz sobre el papel, bendiciendo así a todo el personal del Vaticano.
Después de misa, en la biblioteca del tercer piso del Palacio Apostólico, Juan Pablo II se reunía para una breve conversación con los que participaron en la Eucaristía matinal. Una vez se marchaban los invitados, volvía a la capilla para rezar.
8:15 am – desayuno
La jornada laboral del Pontífice empezaba después del desayuno. De camino del refectorio a su apartamento, el papa hojeaba la prensa. En el escritorio de su dormitorio, Juan Pablo II leía textos litúrgicos y reflexiones sobre fragmentos de la Escritura, y luego revisaba y firmaba documentos. Se enviaban a la secretaría dos archivos enormes con documentos: uno por la mañana y otro por la noche.
“Los documentos se preparaban cuidadosamente. Había archivos separados con los documentos que esperaban la firma del papa, correspondencia de los cardenales, obispos y funcionarios del Estado, además de cartas dirigidas a la atención del papa del secretario de Estado, del sustituto, de la congregación de prefectos y de la oficina de prensa. El Santo Padre lo leía todo. Añadía comentarios y notas en cada documento. Por ejemplo, pedía que vinieran ciertas personas para hablar de determinada cuestión o les encargaba responder en su nombre. En otros documentos simplemente escribía una nota informando de que se había familiarizado con el contenido”, explica el arzobispo Mokrzycki.
9:00 am – escribir discursos, sermones y homilías
Después de romperse un brazo, Juan Pablo II ya no escribía por sí mismo, sino que dictaba sus documentos. La toma de notas era precisamente una de las tareas del padre Mokrzycki. “Siempre dictaba de memoria. Nunca consultaba libros o textos científicos; había reflexionado cuidadosamente sobre todo… Todo lo que decía era preciso y no requería ninguna corrección”.
11:00-12:30 – audiencias
Antes de sus audiencias, el Santo Padre salía a la terraza del Palacio Apostólico para rezar el Rosario. Luego iba a la capilla. Sus audiencias oficiales tenían lugar en la biblioteca del segundo piso. Cuando terminaban las audiencias, el papa regresaba a la capilla.
1:30 pm – almuerzo
Los invitados a almorzar solían reunirse en el Palacio Apostólico antes de las 1:30 pm. Juan Pablo II les recibía y les guiaba a la capilla para un momento de oración; regresaban a la capilla después de la comida. Cuando el padre Stanisław Dziwisz despedía a los invitados, el papa se sumergía de nuevo en la oración.
3:00-4:30 pm – lectura de libros
“Teníamos una lista de tareas: un día yo le leía al papa y otro día era sor Eufrozyna”, explica el arzobispo Mokrzycki. El papa yacía en su cama con los ojos medio cerrados.
El papa no podía ponerse al día con la lectura de todos los libros que recibía de individuos o de editoriales. Cada vez que tenía libros nuevos, también durante las audiencias de los miércoles, de inmediato los separaba en grupos: unos iban a la biblioteca, otros a la oficina y otros se apartaban para el tiempo de ocio en Castel Gandolfo. También había una pila especial de libros para la hermana ursulina Emilia Ehrlich.
“No era empleada del Vaticano. Acudía al Santo Padre todos los lunes y le daba a conocer resúmenes de algunos libros. Esto motivaba un breve diálogo entre ellos. Ella llamaba la atención del papa hacia ciertos aspectos y se los aclaraba, mientras el papa pedía detalles”, recuerda el arzobispo Mokrzycki.
5:00 pm – firma de documentos
Después del tiempo de lectura de libros, el Santo Padre recitaba las Vísperas. Más tarde firmaba otro lote de documentos, entre 30 y 40; propuestas episcopales, por ejemplo.
6:00-7:30 pm – audiencias
Las audiencias de la tarde constaban de colaboradores del círculo cercano de Juan Pablo II. Lunes y jueves: el secretario de Estado. Jueves: el sustituto (director de la sección de Asuntos Generales de la Secretaría de Estado). Miércoles: ministro vaticano de Asuntos Exteriores. Viernes: cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Domingos: prefecto de la Congregación para los Obispos.
7:30 pm – cine
9:00-10:30 pm – lectura de libros
El Santo Padre escuchaba libros de una gran variedad de temas, literarios, históricos, teológicos y dogmáticos. Cuando escuchaba un libro sobre doctrina, a menudo decía: “Pasemos al siguiente capítulo”. Cuando seguía leyendo, decía: “Esto ya lo sé. Pasemos al siguiente capítulo”. Supongo que sabía mucho más que los propios autores y a menudo no encontraba nada nuevo en estos textos, explica el arzobispo Mokrzycki.
10:30 pm – La Llamada de Jasna Góra
Juan Pablo II terminaba su día en torno a las 11 pm. “Abría la ventana del dormitorio y miraba a Roma durante largo rato. Luego hacía una bendición con la señal de la cruz. Creo que era una bendición para el mundo entero”, evocaba el arzobispo Mokrzycki.
Fuente: Aleteia