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Un asombroso milagro mariano

El autor y médico responsable del Departamento de Constataciones Médicas de Lourdes, Patrick Theillier, publica en su libro Experiencias cercanas a la muerte (Palabra), un asombroso milagro mariano que tiene por protagonista a Santa Mariam Baouardy (Sta. Mª de Jesús Crucificado), religiosa carmelita, originariamente palestina de rito greco-melquita. Cuando tenía 13 años, en Galilea, un hombre le cortó el cuello por no querer apostatar y abrazar el Islam. Debería haber muerto, pero vivió una experiencia que luego describiría y que es motivo de asombro para los médicos.

 

Infancia en Tierra Santa

Miriam nació en 1846 en Galilea, en una familia pobre y muy creyente, católicos de rito greco-melquita. Cuando cumplió trece años sus padres adoptivos intentaron casarla con su tío. Mariam se negó en rotundo. El tío, furioso, decidió tratarla como una esclava durante tres meses. Pero ella seguía sin ceder. Con la intención de reunirse con su hermano pequeño Boulos en Galilea, Mariam consiguió huir con un antiguo criado de la familia.

Vista de Belén (Tierra Santa), donde Sta. Mª de Jesús Crucifi cado inició la fundación de un Carmelo.

Le cortaron el cuello

Aquel criado era musulmán e intentó obligarla a convertirse al Islam y abandonar su fe católica. Mariam rechazó la idea y el criado, al ver que no pensaba apostatar, desenfundó un cuchillo y le cortó la garganta. Luego envolvió su cuerpo en un gran velo y con la ayuda de su madre y su mujer abandonó el cuerpo de Mariam en un callejón. Esto sucedió la noche del 7 al 8 de septiembre de 1858.

Aquella misteriosa religiosa

Mariam explicaría años después que se encontró en el interior de una gruta. Junto a ella, se encontraba una «religiosa» que vestía un hábito azul. Esta mujer le contó que la había recogido de un callejón, trasladado a aquel refugio y cosido el cuello.

Cuando la herida cicatrizó, la «religiosa» hizo salir a Mariam de la gruta; la condujo a la iglesia de Santa Catalina, atendida por franciscanos y llamó a un confesor. Mariam no volvió a ver a aquella extraña «religiosa». La «enfermera» del hábito azul había desaparecido.

Muchos años después, siendo ya monja carmelita, Mariam fue obligada por obediencia a contar su martirio. Afirmó que había estado realmente muerta y había visto el Cielo.

A su maestra de novicias en Marsella, que le preguntó si fue objeto de un juicio, le respondió: «¡Oh, no! Me encontré en el Cielo. Vi a la Santa Virgen, a los ángeles y a los santos, que me acogían con una enorme bondad. También vi a mis padres en su compañía. Vi el trono resplandeciente de la Santísima Trinidad y a Jesucristo nuestro Señor en su humanidad. No había sol, ni luces, pero todo era de una claridad brillante. Entonces alguien me dijo: “Efectivamente eres virgen, pero tu libro todavía no ha terminado”».

En agosto de 1875, Mariam contaba al P. Estrate, su padre espiritual: «Ahora ya sé que la “religiosa” que me curó después de mi martirio era la Santísima Virgen».

Sólo pudo ser un milagro

La cicatriz era de 10 cm de largo y de 1 cm de ancho. Recorría toda la parte delantera del cuello. Le faltaban varios anillos de la tráquea, como constató el médico de Pau el 24 de junio de 1875. Un famoso médico de Marsella, ateo, cuando trató a la chica, afirmó que tenía que haber un Dios porque desde el punto de vista médico estaba muerta.

Mariam era chica muy humilde. Se consideraba a sí misma «insignificante». Su historia está llena de milagros, levitaciones, éxtasis y estigmas.

Con 20 años entró en el Carmelo de Pau (localidad cercana al Pirineo francés) y tomó el nombre de María de Jesús Crucificado. Fundó el Carmelo de Mangalore, en la India, y luego el Carmelo de Belén, donde murió con 33 años en 1878, a causa de un accidente.

Fue beatificada en 1983 por san Juan Pablo II y canonizada el 17 de mayo del 2015 por el papa Francisco. (cf. carifilii.es)

 

Revista Prado Nuevo nº 28. Anécdotas para el alma

 

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