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«Por sus frutos los conocereis» (Mt, 7, 14)

 

HISTORIA DE LAS APARICIONES (26)

 

Peregrina filipina en Prado Nuevo.

Continuando la historia de estas apariciones de El Escorial, hay que reseñar que la nota diocesana del año 85 no prohibió la asistencia de los peregrinos a los actos religiosos en Prado Nuevo. Por ello, atraídos por la Virgen María, siguieron acudiendo y en aumento, sobre todo los primeros sábados de mes, a rezar el santo Rosario, al mismo tiempo que aceptaban dócilmente cualquier indicación que la Iglesia fuese haciendo.

Quienes han participado a lo largo de los años en la oración del santo Rosario un primer sábado, han podido comprobar algo nada habitual: miles de personas venidas de toda España y del extranjero, particularmente de Portugal y Francia, de toda edad y condición social, desgranando pausadamente y con fervor los misterios del Rosario, pidiendo la intercesión de la Virgen. La inmensa mayoría ha coincidido en experimentar una atmósfera de fe muy grande, una espiritualidad muy intensa, que les ha renovado y fortalecido, junto con una profunda paz y consuelo interior.

«Por sus frutos los conoceréis» (Mt 7, 16)

Confesiones en Prado Nuevo.

Las palabras de Jesús en San Mateo son uno de los principales criterios para calificar la bondad o no de un hecho a la luz de la fe: «Por sus frutos los conoceréis» (Mt 7, 16); pues, como añade dos versículos después: «Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos» (Mt 7, 18).

Lo principal del fenómeno religioso de Prado Nuevo desde su inicio —en junio se cumplirán treinta y seis años—, son los frutos de conversión que, desde la primera aparición de la Virgen de los Dolores, se han venido produciendo en tantos fieles que han acudido a este lugar a rezar.

Miles conversiones ha habido y sigue habiendo: muchas personas indiferentes a la Iglesia y ajenas a la fe, la han encontrado allí, y después de muchos años sin acercarse a los sacramentos, lo han hecho. Otros, con una fe debilitada, han experimentado cómo se les ha fortalecido. Asimismo, en Prado Nuevo se han producido numerosas reconciliaciones de matrimonios desavenidos, y el retorno al sagrado ministerio y vocación de sacerdotes y religiosos(as) que lo habían abandonado.

Verdaderamente se puede decir que en Prado Nuevo se recibe el «temple» para ir al «templo» en la Iglesia, para beber de las fuentes de la salvación y colaborar con la Iglesia Católica en sus necesidades. Así nos lo recordaba la Santísima Virgen el 1 de mayo de 1999: «Acudid, hijos míos, a este lugar; son tiempos muy graves, y aquí os enseño a amar a la Iglesia, amar a Dios y a todo lo que compone el camino recto y seguro para llegar al Cielo».

Del mismo modo, en este lugar «sagrado», han surgido y continúan surgiendo numerosas vocaciones al servicio de Dios y de su Iglesia. Son principalmente personas jóvenes: hombres que han encauzado su vocación sacerdotal en diversos seminarios, y actualmente ejercen el ministerio sacerdotal en distintas diócesis. Mujeres que han consagrado su vida a Cristo a través de los diversos carismas que la Iglesia ofrece tanto en la vida contemplativa como en la activa.

Incluso muchas personas, que no han acudido asiduamente a Prado Nuevo, han encauzado sus vidas cristianas debido a la influencia benéfica de estos hechos religiosos, con los que han contactado de un modo u otro.

Signos extraordinarios

Vía Crucis en Prado Nuevo

Ha habido numerosos signos extraordinarios contemplados y vividos por tantas personas, sobre todo en los primeros años: la danza del sol (como en Fátima), las curaciones —al parecer milagrosas—, oleadas de perfume, el contemplar a Luz Amparo estigmatizada, etc. Éstas y otras manifestaciones han sido una ayuda para la fe de tantas personas, como para santo Tomás, apóstol, contemplar las llagas del Señor resucitado. Sin embargo, de nada hubieran servido tantos signos de no haber favorecido las numerosas conversiones, fruto esencial en la historia de Prado Nuevo.

Además, este movimiento religioso suscitado en Prado Nuevo permanece en el tiempo. Muchos de los que vinieron al principio perseveran, aunque otros han fallecido, y continuamente no faltan personas que se van incorporando con verdadero entusiasmo y convicción, «tocadas» en su alma por la Virgen, que les impulsa a la renovación de su vida cristiana.

En más de una ocasión, la Santísima Virgen indicaría en sus mensajes lo fundamental de esa perseverancia, tanto para los propios peregrinos como para el afianzamiento de su Obra. En este sentido, decía el 6 de agosto de 1988: «Seguid acudiendo a este lugar; os dije un día que por vosotros saldrá esta Obra adelante; no me defraudéis, hijos míos».

Mientras tanto, la Iglesia, siguiendo el criterio evangélico de Jesús antes citado —“por sus frutos los conoceréis” (Mt 7, 16)—, habiendo contemplado la ejemplar obediencia de Luz Amparo, la buena disposición de quienes la rodeaban y de los peregrinos, fue mostrando una actitud cada vez más favorable en relación estos hechos religiosos de El Escorial, llegando a reconocer con posterioridad sus frutos y concediendo diferentes aprobaciones a la Obra de Amor y Misericordia fundada por Luz Amparo.

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